Mencionamos con frecuencia en el programa la Vega Baja del Segura, pero hasta anoche, en nuestro 12º programa, no habíamos recibido la visita de ninguna de las bandas procedentes de esta comarca de la provincia de Alicante, que tanto nos llama la atención por su admirable escena musical. Entre unos pocos músicos le han dado vida en los últimos 10-12 años, formando multitud de grupos de calidad y de estilos de lo más diverso. Pero es bastante probable que los oyentes desconozcan la idiosincrasia musical de esta zona limítrofe con Murcia. Por ello, para que todo el mundo se pusiera en situación, comenzamos con una pequeña selección de canciones de grupos de allí. Grupos, efectivamente, de estilos muy distintos, pero todos ellos con músicos en común… incluidos nuestros invitados: Juan Ballester, Miguel Hernández, Gustavo Rodríguez, Adrián Filiu (baja de última hora) y, ejerciendo las funciones de manager, Adrián Martínez. Estos forman parte (o lo han hecho en el pasado) de bandas como Dusk, Virgen, Los Faltoners, Los Fusibles, Montenegro, Mistol, Caída Libre o The Assbreakers. Así que decidimos pedirle ayuda a No me pises que llevo chanclas para identificarlos… ellos son Zombies and Diamonds.
Quisiera aprovechar este espacio que me ceden los jefes del Tímpanos para darle un poco de promoción a un evento muy interesante.
Se trata de una nueva edición del Mercadillo at Home: un punto de reunión de artesanos y artistas DIY de la Región donde se pueden encontrar artículos vintage, repostería, ilustraciones, ropa y demás artefactos de autor idóneos para regalar en estas fechas.
Amor (Casa-Taller Birdie) lleva ya algún tiempo organizando este Mercadillo en ciudades como Cartagena, Lorca o Murcia; siempre con bastante éxito de asistencia. Y es que la verdad es que el ambiente es muy bueno y se pueden encontrar cosas bastantes pintorescas en los distintos puestos, además de buena música.
En esta ocasión, y tras su paso por el Casino de Lorca, el Mercadillo tendrá lugar los próximos jueves 20 y viernes 21 en La Azotea (Murcia), desde las 17.30 hasta las 21.3o. A los platos estarán dos de los pinchadiscos más interesantes de la ciudad: el sorprendente y ecléctico Dj Pequeño Burgués, y el führer de la Magra y devoto de los sonidos más negros L. Warlock.
A Lüger me niego a llamarlos teloneros. Creo que todo el que vio su concierto estará de acuerdo, miembros de Schwarz incluídos. Lo que hicieron, acostumbran a ello, fue un conciertazo que los posiciona directamente como invitados de lujo. Ellos disparan con algunas armas parecidas a las de sus anfitriones murcianos, pero su propuesta aporta una sensación de mayor concreción, sobre todo en el formato de canción, más acotado. Sonaron como una apisonadora, nunca me habían abofeteado con tanta elegancia como hizo esta banda el sábado (bueno, quizá Lisabö hace unos meses, será cuestión de diéresis). Tienen una baza ganadora añadida, pese a compartir con Schwarz la querencia por los desarrollos machacantes y una visión abierta e intensa del rock: su muestrario de melodías adictivas. No podemos decir que sean precisamente unos veteranos (como banda) pero llevan un rodaje en directo envidiable, lo dominan con maestría. De hecho, puestos a compartir con Schwarz, también son de grabar sus discos en directo con estupendo resultado. Tuvieron muchos momentos para mencionar, pero la interpretación que hicieron de su ‘Monkeys everywhere’ fue impresionante. Tanto que a nuestro ilustrador de cabecera (literal), Cascales, le inspiró el dibujo que encabeza esta entrada, regalada en exclusiva para el blog. Gracias Lüger, gracias Cascales.
Llegó el momento “alquimístico” de la noche. Cuando uno se plantea comentar un concierto de Schwarz siempre lleva rondando en la cabeza aquello de lo poco que, ateniéndonos a las entrevistas, le gusta a los miembros del grupo que lo suyo se catalogue de raro o difícil de digerir. En parte tienen razón, lo que hacen es simplemente rock abierto de miras, tendente a lo psicodélico, con ramalazos progresivos, géneros conocidos y con historia, aunque no exentos de ciertas dificultades para el oyente medio. Vamos, que su propuesta requiere, quizá, una mayor predisposición ante un espectáculo que acaba revelándose más cercano a la experiencia sonora que a un concierto al uso. Hablemos pues del sonido, muy comentado tras la actuación por su calidad y definición, por lo apabullante del mismo, por el trabajo de banda acumulado para lograr esa comunión perseguida con sus instrumentos. Ha sido un trabajo fructífero, sonaron mejor que nunca. El pero: para mí, los momentos de “estepa sonora”. Quizá para otros no supusieran problema alguno, incluso sirvieran de alivio acústico. Cuando acuciaba la, llamémosla, introspección, cuando el drone se hacía más presente que el ritmo, me sacaban del concierto. Sin embargo los picos de intensidad que desplegaron en muchos momentos te retorcían, atrapándote con energía y con una constancia rítmica a prueba de metrónomos, excelente Cesar Verdú a la batería. Bueno, impecables los tres en la ejecución. La puesta en escena, una bacanal de humo y láser, provocó sensaciones encontradas: a mí me pareció un buen recurso estético y además permitía fumar a escondidas, a mi compadre Zaplana le descolocaba un poco a ratos la falta de contacto visual. Una cosa más, conseguir enfocar para sacar una buena foto fue un auténtico reto, de hecho creo que no lo llegué a conseguir del todo, testimonio gráfico y poco más, que tampoco andaba yo muy fino.
Gore Verbinski debutó con Un ratoncito duro de roer -Un ratoncente cabroncete, para los amigos-, simpatiquísima película cuyos personajes parecían propios de tebeo. Le siguió The Mexican -mejor sinopsis que filme- y después Los piratas del Caribe y similares en los que el que fuera un actor, Johnny Depp, encontraba su tal para cual.
Me había olvidado de Verbinski hasta que en 2011 se pasó a la animación (y se llevó con él a Johnny Depp) con Rango, su mejor película hasta la fecha. Western alucinado donde un bicho se hace pasar, o lo confunden, o un poco de ambas, por un pistolero (a la manera de Tres amigos de Landis) contratado para salvar un poblado. En la banda sonora el prolífico Hans Zimmer (Oscar por el Rey León) y canciones de Los Lobos (trompeta Arturo Sandoval) y Rick García. Los Lobos, unos habituales en las bandas sonoras de Disney, se marcan temas como Walk don’t Rango y Range Theme Song, y Rick García (Welcome Amigo, La muerte ha llegado) otros cortitos que sirven de humorística explicación-introducción al personaje de Rango.
Mi gusto por el post-hardcore, emocore, o como queráis llamar a esta música bajona pero bonica llegó también con el frío. Sin embargo, descubrí a este grupo conduciendo con Nano, uno de mis mentores musicales más grandes, camino de las playas de Calabardina, por todos esos secarrales.
Me gusta pensar que hay cierta calidez entre tanta depresión que rodea a este «género». Me gusta la forma de cantar desgarrada y sincera que tiene gente como Jeremy Enigk de Sunny Day Real State, Ian McKaye o Guy Picciotto de Fugazi, o este Sam Jayne de Lync.
“Pues para mí que era inglés”, le decía yo a un amigo con el que compartí el rato durante el concierto de Jeremy Jay en la murciana sala 12 y Medio. Ignorancia puntual del que escribe aparte, lo cierto es que el americano de Los Ángeles se pasa gran parte del concierto (y de su discografía) saltando de lado a lado del Atlántico con soltura y naturalidad estilística. Lo suyo es el pop de carácter melódico con latigazos ocasionales de saturación guitarrera. Lo lleva al directo, al menos en esta ocasion, con unos músicos franceses muy solventes, que aportaron una contundente base rítmica (mención especial al bajista lesionado y a su “discreto” calcetín) y un colchón de teclado omnipresente que a veces enriquecía y otras, para mí, no tanto. Se agradeció la empatía y el buen humor del artista, tímido pero dispuesto pese al escaso público que se enfrentó a una fría tarde de martes para acercarse a escuchar su propuesta. El sonido fue impecable y el repertorio, trufado de canciones nuevas (presentaba su reciente ‘Abandoned apartments’), bastante más atractivo y consistente que en su último paso por Murcia, hace ya algunos años. Con un “cheers” entonado mientras levantaba su cerveza, tras un bis generoso solicitado por los que allí estábamos, Jeremy se despidió dejando buen sabor de boca. Una lástima que hubieran tan pocas bocas para saborear, es complicado llenar en Murcia y menos un martes. Tomemos nota y hagamos lo que podamos para que los promotores locales de música en directo no se desanimen.
Nuestros invitados de esta semana llegaron con su papel bien aprendido y alguno de ellos hasta trajo los deberes hechos. Es el caso del batería de El Estudiante Larry, conocido como «El Porras», que vino al programa con un regalo: este simpático jingle, grabado con la colaboración de Ana Pop y su vocoder.
«Welcome to the jingle».
¿Qué quieren decir con esto Los Porras? Que escuchéis todos los miércoles por la noche de nueve a once (y pico) Tímpanos y Luciérnagas, en Radio Online Murcia, un programa para mentes abiertas y curiosos de la música en general.
Once programas llevamos ya intentando retratar la realidad de una escena musical, la murciana, y recomendando (dejándonos recomendar también) canciones y bandas que llegan a nuestros oídos desde cualquier lugar del mundo. Tanto nos gusta hacerlo que la duración semanal de nuestras citas con la audiencia se ha ido dilatando hasta estar más cerca de las tres horas que de las dos que inicialmente nos propusimos. En ello estamos, decidiendo cual es la duración idónea para lo nuestro, nos gusta dejarnos llevar.
Con el cachondeo que nos caracteriza pasa un poco lo mismo. Nos tomamos muy en serio esto de la música, valoramos mucho lo que escuchamos y os hacemos escuchar, pero nos gusta hacerlo de forma distendida y jugárnosla con los formatos. ¿La pretensión? Hacerlo divertido, por supuesto.
Lo de esta semana, obviamente, ha sido una broma promocional, una parodia de los programas cutres de investigación sensacionalista que de un tiempo a esta parte han proliferado en las televisiones. Al juego se prestaron los dos grupos en “discordia”, tanto Perro como El Estudiante Larry. Mención especial para nuestro gran amigo y detective Dikembe Piwembo, que ha bordado su papel.
Tenemos novedades sobre el bombazo informativo que adelantamos ayer. La aparentemente buena relación entre dos de los grupos más nombrados del panorama independiente murciano, Perro y El Estudiante Larry, se desmonta. Las sospechas sobre lo falso de su amistad comenzaron a surgir por lo exagerado de los elogios que se profesaban mutuamente. Los rumores cogieron fuerza tras el «split tapadera» que hace poco compartieron para acallar a las malas lenguas. Ahora, gracias a la imprudencia de sus respectivos baterías y a la pericia del insigne detective Piwenbo, hemos descubierto el pastel. Pastelón, podríamos decir. Las imágenes robadas nos sirven de testimonio gráfico para ilustrar otro avance sonoro de las conversaciones que nuestro investigador mantuvo con estos músicos murcianos.
Fran del Valle, uno de los baterías de Perro, mofándose de sus «amigos»
Momento de tensión entre Piwenbo y el batería de El Estudiante Larry, conocido como «El Porras»
Llegaron desde la costa este de Estados Unidos con su ‘Brand new beat’, que además del título del disco que presentaban es una perfecta definición de su música. No es que lo que hacen sea «brand new», porque el rock con aires new wave que practican ya está más que inventado, pero se trata de un género que cuando se hace bien te inyecta la misma energía de la primera vez. Lo del «beat» si que se explica solo desde el primer acorde de su concierto. Referentes tienen muchos, como referencia empiezan a ser dentro de su escena: todos los miembros de la Kurt Baker Band (sí, hablamos de ellos) han tocado o tocan en formaciones como Screeching Weasel, The Queers, Riverdales, The Leftovers, The Connection, The Guts…O sea, que son de todo menos lángidos. Lo del pasado domingo en la sala 12 & Medio fue uno de los mejores cierres de semana posibles para evadirse de una realidad paupérrima que nos bombardea con malas noticias a diario. Mover el culo no llena el bolsillo pero te alegra la vida durante un rato, y ahí el que no bailó, aunque fuera un poco, es porque no le corre sangre por las venas. Ya que hemos mencionado el bolsillo, hay que decir que los precios asequibles de los discos, el trato de los amigos de Torreznetes (organizadores de la gira española de Baker) y la alegría con la que regalaban chapas y pegatinas a todo el que se acercaba contribuyeron a que todos mantuviéramos la sonrisa hasta el final. La humildad y sencillez (excesiva en lo musical) que Los Cachorros aportaron como teloneros supuso una bienvenida tan entrañable y bienintencionada como necesitada de un buen batería y algun que otro ensayo.