Llevo un buen rato intentando traducir el adjetivo mind-bending al castellano. La expresión inglesa es tan gráfica y simple que no puedo encontrar un equivalente con el mismo efecto en castellano sin caer en construcciones amorfas. Muchas veces he terminado por decir que mucha música me «vuela la cabeza» pero, en el caso de este conjunto de canciones del que voy a hablar, no creo que con esta expresión me alcance. Más bien creo que es como un secuestro donde te vendan los ojos y tienes la sensación de que te llevan muy lejos pero sólo puedes ver fosfenos; y cuando puedes abrirlos, resulta que estás en el mismo lugar pero te sientes mucho mejor.
Trish Keenan (cantante de Broadcast) falleció tristemente hace ya casi dos años. Al parecer, poco antes le envió a un amigo un CD con algunas canciones que recopiló: 17 extrañas piedras preciosas de pop psicodélico con tintes oscuros que dejan entrever las piezas del puzzle sonoro de Broadcast. El amigo en cuestión escribe que en el recopilatorio no iba incluída ninguna lista de canciones y que le gustaba de esa forma; aunque ahora la lista de canciones se puede encontrar por ahí.
Nunca le he prestado la atención merecida a la música de Broadcast, pero estas canciones llevan dando vueltas en mi cabeza desde que cayeron en mi disco duro; así que me he propuesto dedicarles más tiempo. El hecho de encontrarlas sin ningún título o artista escritos en los archivos que se pueden descargar le añaden cierta magia al asunto; pero finalmente, el arqueólogo musical que hay en mí me ha obligado a ponerles los títulos correctos.
Espero que estas canciones ejerzan en vosotros el impacto que ejercen sobre mí. Esta clase de recopilatorios encierran mucho de lo que significa la música para un servidor.
P.d. Si quieres conocer el listado de canciones, puedes verlo aquí.
[…] Ambos además comparten el acierto al elegir bandas sonoras: si James Wan cuenta con Joseph Bishara (en las dos películas citadas y en la continuación de Insidious que aún no he visto); Eduardo Sánchez le encarga a Tortoise la música para Lovely Molly. Entregan composiciones que uno no debe escuchar disociadas de la imagen, lo suyo no es el formato canción, aunque en el caso de Tortoise tampoco -los pocos discos que he escuchado- se puede calificar lo que hacen como canciones convencionales. El género de terror calza como un guante con la música de Tortoise y la de Bishara: ambientes aterrradores en los que el silencio cuenta tanto, o más, que la música. Dos buenas películas, una sorpresa en toda regla Lovely Molly, no tanto El expediente Warren porque el giro ya lo supuso Insidious. Lovely Molly funciona en tres ejes: la dirección de Eduardo Sánchez, la música de Tortoise y la intepretación de Gretchen Lodge -sobre todo ella, una actriz que en Filmaffinity no veo más que esta película en su filmografía- les harán pasar miedo del bueno. Aunque en alguna escena, es inevitable, se busque el susto palomitero. Y, si aún les queda tiempo, continuando con el terror, aunque no tanto como éstas, Berberian Sound Studio del británico Peter Strickland, del que disfruté más su anterior trabajo, alejado del género (o no): Katalin Varga. Pero en Berberian Sound Studio tenemos el que creo que fue el último trabajo de Broadcast (un corte: The Equestrian vortex) antes de la muerte de Trish Keenan. De ella escribió Toni Crespillo. […]