Esta camaleónica sección la voy a plantear esta semana a toro pasado. Sí, lo he decidido, la ocasión lo merece después de una semana poco saludable para los melómanos indecisos. Por poner algunos ejemplos ya mencionados en este nuestro blog, el jueves coincidía el River Sounds con la presentación del colectivo SPVPV, el viernes la puesta de largo en directo del nuevo disco de Perro con el nuevo número del fanzine literario ‘Manifiesto Azul’. Todas estas propuestas vinieron aderezadas o directamente protagonizadas por la música, de grupos locales o procedentes de otros lugares de nuestro país. Y eso que, acotando, nosotros teníamos nuestras preferencias (u obligaciones), pero atendiendo a la agenda de forma estricta y sin filtro las propuestas se multiplicaban hasta la locura.
Por encima de todas, o al menos bien subrayada como «imperdible», estaba la del sábado en Cartagena. Por fin he podido cumplir mi cita anual con su Festival de Jazz que-no-es-de-jazz-pero-que-trae-conciertos-muy-buenos. En este caso repetíamos experiencia con el particular soulman británico James Hunter y su infalible banda. Ha tardado cinco años en sacar disco desde su anterior y aclamado ‘The Hard Way’, un periodo en el que le ha dado tiempo a superar desgracias personales como el fallecimiento de su mujer, darle a sus compañeros el merecido reconocimiento como banda (ahora se presentan como The James Hunter Six) y, sobre todo, componer lentamente y sin prisa alguna cada una de las piezas con las que ha construido su estupendo nuevo disco, ilustrativamente denominado ‘Minute by Minute’. Lo grabó por primera vez en Estados Unidos, concretamente en el estudio que tiene en Los Ángeles el capo de Daptone Records, Gabriel Roth. Todo suma y, claro, genera expectativas. La última vez que lo vi me gustó, pero menos de lo esperado, en esta ocasión el resultado ha sido, a mi juicio, una auténtica lección de comportamiento y talento bien enfocado sobre un escenario.
Pese a venir con la voz cascada, tanto Hunter como sus músicos derrocharon buen humor en el trato con el público y mantuvieron, en lo musical, ese equilibrio difícil de lograr entre la habilidad instrumental y la ausencia de aspavientos. O sea, mucha calidad y gran naturalidad. James Hunter se lanzó en solitario relativamente tarde, ya crecidito y después de, entre otras cosas, haber grabado y girado con Van Morrison. Según hemos leído por ahí, admite no tener ni puta idea de lo que le estás hablando cuando le mencionas algo sobre el «revival soul» actual. Él habita en su propio universo musical y se le nota. Una muestra de su desparpajo la podemos encontrar en este vídeo que refleja muy bien cómo terminó el concierto de Cartagena. Una producción que cuenta con el inconfundible sello casero de Fileta Films, concepto creado por nuestro Domingo Nosurf para reflejar algunos de los muchos conciertos que nos metemos al cuerpo…
Por cierto, la velada del sábado se abrió con Josh Rouse, americano afincado en Valencia. Lejos de obviar su actuación lo que haremos será elogiarla, ciñéndonos a lo que vimos, claro, que fueron más o menos las cinco o seis últimas canciones. Otros compromisos previos nos hicieron llegar tarde pero nos dio tiempo a comprobar lo bien que le sienta al «songwriter» la compañía de dos pedazo de músicos como son Caio Bellveser y Xema Fuertes. Ellos son los que están detrás del apéndice «& The Long Vacations» con el que se presentan como banda de Rouse y los podemos encontrar también amparando a Julio Bustamante en Maderita o a Alondra Bentley en su último disco y en muchos de sus directos. Cuando ellos aparecen las composiciones de otros crecen gracias a su versatilidad y buen gusto en los arreglos. Buen sabor de boca el que dejó un artista que ultimamente no acaba de enganchar con sus discos pero que ya acumula una colección de canciones que parecen crecer en directo, y más en un formato como éste de auditorio con butacas, con un silencio acorde a la suavidad de las composiciones.