Me llamaban Coyote – ‘Tocando el viento: cerraba la mina y nosotros tocando’

Tocando el viento (Brassed Off, 1997), comedia dramática o drama social con toques de comedia, corresponde a lo que podríamos llamar una película de orgullo obrero a las que son tan aficionados (y que tan bien les salen) los británicos. Como las de Stephen Frears, Peter Cattaneo o Ken Loach. En esta el director y guionista Mark Herman nos narra las peripecias de la banda de música de los mineros del pueblo cuando, en pleno thatcherismo (recordemos el The day that Thatcher dies de Hefner), se disponen a cerrar la mina.

Un padre, el director, abstraído en la música al que parece no importarle que el pueblo se muera; el hijo dividido entre la mujer y el padre; un joven enamorado de los bellos ojos del ¿enemigo?; las fans de la banda; el Royal Albert Hall… y muchísima música a cargo de The Grimethorpe Colliery Band, banda real, creada por los mineros de esta población del sur de Yorkshire en 1917 y que inspira esta película.

Mi canción favorita, más que nada por el momento, es Danny Boy, que apenas falta en el funeral de un norteamericano que se precie de sus orígenes irlandeses, y que, en la película, canta la banda al completo a su director enfermo en el hospital. Y también el Concierto de Aranjuez de Rodrigo, que ensayan cuando la chica se suma a la banda. Quien la vea doblada al castellano se perderá a los músicos pronunciando Aranjuez como Orange Juice. Es lo que tiene el doblaje, que le quita también fuerza al discurso con el que el director cierra la actuación en el Albert Hall.

Mark Herman,un año después, dirigió la multipremiada Little Voice, en la que Michael Caine, buscador de artistas de clubs y karaokes, conoce a la madre de una joven capaz de imitar cualquier voz femenina: desde la Garland a la Dietrich. Cualquiera de las dos excelentes, más amarga la segunda, pero en ambas conmueve Mark Herman.

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