Me llamaban Coyote – ‘Walk don’t Rango’

Gore Verbinski debutó con Un ratoncito duro de roer -Un ratoncente cabroncete, para los amigos-, simpatiquísima película cuyos personajes parecían propios de tebeo. Le siguió The Mexican -mejor sinopsis que filme- y después Los piratas del Caribe y similares en los que el que fuera un actor, Johnny Depp, encontraba su tal para cual.

Me había olvidado de Verbinski hasta que en 2011 se pasó a la animación (y se llevó con él a Johnny Depp) con Rango, su mejor película hasta la fecha. Western alucinado donde un bicho se hace pasar, o lo confunden, o un poco de ambas, por un pistolero (a la manera de Tres amigos de Landis) contratado para salvar un poblado. En la banda sonora el prolífico Hans Zimmer (Oscar por el Rey León) y canciones de Los Lobos (trompeta Arturo Sandoval) y Rick García. Los Lobos, unos habituales en las bandas sonoras de Disney, se marcan temas como Walk don’t Rango y Range Theme Song, y Rick García (Welcome Amigo, La muerte ha llegado) otros cortitos que sirven de humorística explicación-introducción al personaje de Rango.

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Toni Crespillo por el mundo – ‘Two feet in front of one’

Mi gusto por el post-hardcore, emocore, o como queráis llamar a esta música bajona pero bonica llegó también con el frío. Sin embargo, descubrí a este grupo conduciendo con Nano, uno de mis mentores musicales más grandes, camino de las playas de Calabardina, por todos esos secarrales.

Me gusta pensar que hay cierta calidez entre tanta depresión que rodea a este «género». Me gusta la forma de cantar desgarrada y sincera que tiene gente como Jeremy Enigk de Sunny Day Real State, Ian McKaye o Guy Picciotto de Fugazi, o este Sam Jayne de Lync.

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El «concierto privado» de Jeremy Jay

“Pues para mí que era inglés”, le decía yo a un amigo con el que compartí el rato durante el concierto de Jeremy Jay en la murciana sala 12 y Medio. Ignorancia puntual del que escribe aparte, lo cierto es que el americano de Los Ángeles se pasa gran parte del concierto (y de su discografía) saltando de lado a lado del Atlántico con soltura y naturalidad estilística. Lo suyo es el pop de carácter melódico con latigazos ocasionales de saturación guitarrera. Lo lleva al directo, al menos en esta ocasion, con unos músicos franceses muy solventes, que aportaron una contundente base rítmica (mención especial al bajista lesionado y a su “discreto” calcetín) y un colchón de teclado omnipresente que a veces enriquecía y otras, para mí, no tanto. Se agradeció la empatía y el buen humor del artista, tímido pero dispuesto pese al escaso público que se enfrentó a una fría tarde de martes para acercarse a escuchar su propuesta. El sonido fue impecable y el repertorio, trufado de canciones nuevas (presentaba su reciente ‘Abandoned apartments’), bastante más atractivo y consistente que en su último paso por Murcia, hace ya algunos años. Con un “cheers” entonado mientras levantaba su cerveza, tras un bis generoso solicitado por los que allí estábamos, Jeremy se despidió dejando buen sabor de boca. Una lástima que hubieran tan pocas bocas para saborear, es complicado llenar en Murcia y menos un martes. Tomemos nota y hagamos lo que podamos para que los promotores locales de música en directo no se desanimen.