Una mujer de mirada inquietante observa el vacío mientras sostiene junto a su pecho descubierto, entre sus manos de color verde, un pequeño cocodrilo. Una imagen tan desconcertante como reconocible como parte del imaginario creativo de la ilustradora María Ñíguez (Murcia, 1997). Talento al servicio del surrealismo.
Empecemos por el final. Te hemos visto alternando instrumentos en redes sociales y sobre el escenario del Retal, haciendo canciones propias y particulares versiones, con Polo Sur y con Ñigui y Los Braslis. Ponnos al día sobre tu actividad musical.
Personalmente me resulta muy difícil dejar algo que me importa mucho, como es el caso de la música o cualquier historia artística, en manos del azar. La banda ha sido una experiencia disfrutable, pero el no tener el control de lo que sale de ahí (por ignorancia o pereza) me ha distanciado mucho del proyecto. Al final te tienes que centrar en algo y en la ilustración encuentro esa tranquilidad que solo depende de mí, de mi ignorancia, mi pereza o de mis aciertos. Prefiero seguir controlando las melodías tontas que hago en la soledad de mi cuarto y si algún día se dejan escuchar haré algo con ellas.
Ahora sí, hablemos de ilustración. ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Partes de ideas previas antes de coger los lápices o los pinceles o dejas hueco a la improvisación? En el primer caso, ¿sueles ser fiel a esas primeras ideas o van evolucionando conforme avanza la realización de la ilustración? ¿Te marcas algún tipo de regularidad a la hora de pintar o solo lo haces cuando sientes la inspiración? Alternas entre blanco y negro y color, entre lápices y guache, ¿en qué momento decides la técnica a utilizar?
Siempre parto de ideas previas y siempre dejo hueco a la improvisación. La imagen del principio va adaptándose a las necesidades de la composición. Creo que jamás he conseguido recrear la imagen que estaba en mi cabeza sin sacrificar algunos detalles para que sea más armónico o más claro el resultado.
Todos los días procuro echar la mañana y la tarde en el escritorio. No tengo horarios, solo intento hacer lo necesario para tener la sensación de haber aprovechado el día.
La técnica depende del tiempo que tenga para dedicarle al dibujo. Si es urgente procuro hacerlo a lápiz y colorearlo digital después. Si tengo más tiempo o es un encargo especial prefiero pintar.
Hablemos de referentes y fuentes de inspiración. Te has criado en una familia de pintores, estudiaste Comunicación Audiovisual con el cine en mente y diría que la música ocupa una parte importante de tu vida, pero, sin obviar tampoco esto, me gustaría ir un poco más allá. ¿Hay figuras concretas, fijaciones particulares o situaciones cotidianas que creas que te influencian de algún modo a la hora de crear?
Hay un momento que se me ha repetido varias veces y ha sido una revelación que intento aplicar a lo que hago. A veces una frase de la canción que estas escuchando se te ilumina dentro de la cabeza y no puedes dejar de repetirla porque en sí misma es una verdad emocional rotunda. La lectura es tan inabarcable que se ramifica en distintas direcciones haciendo otras verdades más pequeñas. Casi siempre es una frase corta un poco ridícula cuando la aíslas del resto pero que suelo apuntar para hacer algo con ella.
Por ejemplo, en la canción ‘Drift off to Sleep’, Micah P Hinson suelta un
«When you sleep
What do you see?
A million stars to wish upon
Or just me?»
¿Y qué significa? Me da exactamente igual, pero es verdad.
Hay una serie de elementos accesorios (o quizás principales) que se repiten en tu obra, como los caballos, las serpientes, los rayos o los cigarros. ¿Hay una búsqueda consciente de crear un sello propio o forman parte de un imaginario instintivo?
Los elementos accesorios que aparecen en mis ilustraciones me sirven para crear una escena y generar tensión o alguna interacción entre personajes. El proceso es mucho menos místico de lo que parece: Si necesito una línea ascendente para la composición utilizo el humo de un cigarro, si el personaje necesita un compañero con el que relacionarse dibujo un animal o si quiero que algo no vaya bien hago aparecer un rayo. Que esas muletas tengan esa forma y no otra depende de si me siento cómoda con ellas delante y de si me han fascinado visualmente en algún momento de mi vida. Procuro no repensar lo que significan las cosas porque en realidad no significan nada, aunque a posteriori siempre extraiga una conclusión freudiana.
Diría que el surrealismo es algo inherente a tu obra, pero a la vez mencionas el cine clásico como referencia. ¿Cómo es tu relación con los movimientos de vanguardia?
Me parece más interesante conectar desde el desconcierto y provocar alguna reacción que venga de un sitio más escondido. El surrealismo va de eso, de lo que está oculto y que parece no tener sentido, pero que no deja de ser verdad.
El cine clásico ha estado muy presente en mi vida durante muchos años y cuando estaba empezando me apoyaba mucho en él cuando necesitaba fotogramas estéticos o personajes míticos que estudiar. Ahora lo único que utilizo son las fotografías de estudio de actrices para aplicarla a mis personajes por la iluminación tan chula que tienen.
En la entrevista que te hizo Ana Andújar para ‘Daregirl’ mencionabas unos consejos de tu padre: «No te flipes y sácate unas oposiciones». ¿Cómo crees podría influir un trabajo monótono y desalentador en los contenidos de tu obra?
Creo que acabaría dejando esto paulatinamente hasta traspasarlo a la categoría de hobby. La estabilidad económica por sí sola puede ser peligrosa por lo tranquilizadora que es. Es fundamental, pero te puede amuermar y alejarte de la vocación que te quita el tiempo de descanso de un trabajo de mierda.
Dices también en Daregirl que no eres una «hija rebelde», aunque hasta hace poco no te decantaste por estudiar ilustración y dices que te atraían otras disciplinas como el cine, la fotografía o la escritura. ¿Crees que de forma consciente o inconsciente ha habido una búsqueda de una identidad propia en tu desarrollo como artista?
Completamente. Siempre me ha dado mucha rabia el privilegio y tener unos padres artistas es un privilegio que me ha permitido empezar en esto con la ventaja de tener algo más de bagaje o intuición. Seguramente, por orgullo, he intentado esquivar la herencia evidente para poder sentir que el mérito es todo mío, pero intento no torturarme con esa idea. Lo que hacemos es el resultado de muchas variables y cómo las asumamos es el mérito más valioso que solo depende de uno mismo. Aún así, sigo estrangulando todos los días en mi mente a aquel profesor que cuando supo que mis padres eran pintores respondió con un: «Aaaaaaanda, con razón».
Otra afirmación que me llamó la atención en la entrevista de Ana Andújar es que consideras el proceso manual de realización de una obra como algo terapéutico. Por otra parte, el artista, al mostrarse ante un público, debe lidiar con su ego, la vanidad, las inseguridades y la forma de asimilar las críticas, buenas y malas. ¿Cómo gestionas tú esa dualidad entre la intimidad de la creación y la exposición pública de su resultado?
No puedo hacer nada sin mostrarlo después. No me merece la pena ponerme a dibujar si no tengo claro que después alguien lo va a ver. Muchas veces pasa que el dibujo no se deja enseñar y no pasa nada, pero mi intención siempre es esa, si no el acto se queda sólo en algo terapéutico o peor, masturbatorio. También tiene mucho que ver con la necesidad de que te den una palmadita en la espalda y que te quieran un poco. En cuanto a las malas críticas, creo que hay que acaparar muchas miradas para que lleguen. De momento solo me las hago yo misma y mi círculo cercano y siempre utilizan eufemismos y una sonrisa. Es llevadero.
Se ha normalizado la idea de conocer la obra de una ilustradora solo a través de pantallas, que por un lado es un avance en cuanto a las posibilidades de difusión, pero por otro creo que hace que nos perdamos muchos matices como observadores. Hace poco tuviste la oportunidad de formar parte de una exposición dedicada a jóvenes artistas. ¿Qué tal experiencia? Y ya de paso, ¿cómo y dónde se pueden conseguir tus cuadros a la venta?
Se encoge el espacio que ocupa una obra en nuestra cabeza. El poder conectar con algo y que no lo arrastres hacia arriba en una pantalla a los tres segundos es cada vez más difícil.
Expuse 5 cuadritos de una serie que se llama El Gran Sueño del Paraíso, que es mi TFG de la Escuela de Arte. La experiencia ha sido guay y muy de petit comité. Me ha servido para darme cuenta de que los eventos en los que soy una de las protagonistas no los disfruto demasiado, pero siempre sienta genial que quieran acoger lo que haces.
Tengo una página web en proceso, así que mientras tanto se pueden conseguir pidiéndomelos a través de Instagram o de mi correo marianiguezilustracion@gmail.com. En Instagram siempre especifico qué trabajos están a la venta.
Volvamos a la música. Escuchando tus canciones y viéndote tocarlas, hay una sensación de descaro e inmediatez, de frescura. ¿En qué modo crees que esto se corresponde o se opone a lo que transmiten tus ilustraciones?
Lo de la banda era un plan con colegas con la excusa de aprender lo que es un 4/4 y pasarlo bien los viernes por la tarde. Hay poco de mi identidad como artista en ese proyecto.
Para terminar, hablemos de gustos musicales. En caso de hacerlo, ¿qué música te gusta escuchar mientras pintas? ¿Y en otros momentos?
Aunque haya momentos de excepción, la música que escucho en una época es la misma para todas las situaciones de mi vida, aunque siempre tengo preferencias para cada momento. Por ejemplo, últimamente para dibujar estoy volviendo mucho al folk norteamericano y al primitive guitar con Bill Callahan o Marisa Anderson y este verano me lo he pasado muy bien con Sun Ra. El disco que más me he quemado este año bajo el flexo ha sido el ‘(watch my moves)’ de Kurt Vile, porque tiene muchos elementos que me hipnotizan y me ayudan a concentrarme como las melodías sencillas con su buen bucle y la voz de un señor terminalmente cansado.
Tengo un gusto musical un poco desordenado pero siempre me fascino por las melodías sencillas y luminosas con letras sin mucha literalidad de las que pueda extraer frases verdaderas.
Entrevista extraída del fanzine ‘Lo Fácil / Lo Difícil’ (CRLM #7), publicado el 27 de octubre de 2022.