Aquel tipo se mostraba en público como una persona excéntrica, extravagante en lo estético, pero en su vida cotidiana paseaba al perro vestido con vaqueros, deportivas y camisetas de colores poco llamativos. Supongo que en una ciudad ya bastante gris en sí misma, a nadie le gusta sentirse observado, destacando sobre el anodino gris del asfalto, mientras recoge del suelo los excrementos de su mascota.