«6.000 pesetas de whisky», para La Tribuna del Noroeste

Artículo publicado el 17 de enero de 2013 en La Tribuna del Noroeste:

 

 

¿No habéis tenido nunca la sensación de que por más grupos que escuchéis, por más bandas que descubráis, siempre quedan demasiadas por conocer? Deberíais… En realidad es lo normal. Voy más allá, ¿nunca os ha pasado que conocéis un grupo desde hace muchísimos años, os llama la atención, sabéis que os va a gustar, pero por razones varias nunca termináis de prestarle su merecida atención? A mí continuamente. Tengo incluso sentimiento de culpabilidad, son como deudas pendientes. Me ocurre como a José Luis Torrente con Antoñito, el camarero interpretado de forma única e irrepetible por Cañita Brava, es como si les debiera eternamente “6.000 pesetas de whisky”.

 

Ellos me lo recuerdan cada cierto tiempo, publicando nuevos trabajos, y yo sigo igual, diciendo que voy a pagar… pero sin saldar la deuda a la hora de la verdad. Al contrario que le pasaba a Torrente, lo mío no es por falta de ganas, es que las circunstancias no ayudan. Habrá quien diga que no tengo excusa, que hoy si no escuchamos algo es porque no queremos, lo tenemos todo al alcance de un clic. Le doy la razón, pero la cuestión no es escuchar algo o no, es hacerlo con detenimiento, disfrutándolo, empapándose con las canciones como merecen… y esto a mí me resulta cada vez más complicado, esta inmediatez y facilidad para poder escucharlo casi todo tiene sus ventajas evidentes, pero es también un inconveniente.

 

Pensad en los 90 y las décadas previas (cambia de época en función de tu edad), la música que íbamos conociendo en aquellos años se nos quedaba grabada a fuego en la mente. Nuestras colecciones de discos crecían a marchas mucho menos forzadas que lo hacen ahora y con lo que costaba conseguir nuevo material, lo aprovechábamos bien. Cuando caía en nuestras manos un nuevo disco que nos gustaba lo escuchábamos hasta quemarlo… En la actualidad conozco muchísima más música que hace algunos años, pero veo prácticamente imposible que jamás vuelvan a calarme tanto los nuevos descubrimientos como lo hacían entonces. Hoy en día, ¿cuántos discos escuchamos una o dos veces en Spotify y nunca volvemos a darles otra oportunidad? ¿Es posible estar al tanto de las novedades discográficas que van surgiendo y no olvidarnos de echar la vista atrás de vez en cuando en busca de aquellos artistas que nunca deberíamos haber dejado de lado? Difícil tarea…

 

No obstante, aunque sé que tengo la batalla perdida de antemano, sigo intentando abandonar mi condición de “moroso” cuando el tiempo me lo permite. Es por ello que, como ya hice en otras ocasiones con grupos como Bracket (el típico grupo del que conoces un par de temas de algún recopilatorio, pero nunca has escuchado un álbum completo) o Talking Heads (uno de esos imprescindibles que se te escapa durante años y ni uno mismo se explica cómo), aprovecho cualquier excusa o casualidad para ponerme al día: por ejemplo, mientras escribo este texto suena en mi reproductor el disco homónimo de Tortoise, publicado en 1994. El siguiente turno lo tengo reservado para Redd Kross, aunque después de haber escuchado algunas canciones del álbum que publicaron el año pasado, me temo que ‎6.000 pesetas de whisky no van a ser suficiente…