«Hipster, gafapasta, indie, Social Media, Black Keys, Cristiano Ronaldo…», para La Tribuna del Noroeste

Artículo publicado el 14 de febrero de 2013 en La Tribuna del Noroeste:

 

 

Ya he captado vuestra atención con el titular, poco importa lo que escriba a partir de ahora. Es la conclusión a la que he llegado después de leer en las últimas semanas algunos artículos que, con las palabras mágicas como reclamo, corren como la pólvora por Internet. Da igual que sean rigurosos o que se dediquen a dar palos de ciego, tirando de sensacionalismo y demagogia, que la difusión está garantizada. Adhesiones, discrepancias, discusiones encarnizadas; polémica, que parece que es lo que importa. Y como últimamente ando escaso de anécdotas que comentar, he decidido sumarme a la moda. Es más, ni siquiera voy a comentar todo lo que el encabezamiento sugiere, es puro cebo. “¡Si ellos pueden, yo también!”.

 

La cuestión es que, en realidad, esta semana podría hablar largo y tendido de los Grammys y de las cuatro estatuillas que se llevaron Black Keys, pero no me apetece. Por mí como si les hubieran dado un TP de oro. El dúo de Ohio no me entusiasma, pero tampoco me desagrada. No son ellos el problema, diría lo mismo si los ganadores fueran Neil Young o Nick Cave. Pero no hay que olvidar que, aunque triunfen Black Keys o Mumford and sons, entre los galardonados también aparece gente como Juanes. Así que, dejadme que me mantenga receloso ante estos premios de la industria y que no les dé mucha importancia. De hecho, para mí el mejor momento de su historia fue cuando en el documental «Twenty» Stone Gossard de Pearl Jam enseña su casa y encuentra uno arrumbado en su sótano: «Oh, mira, un Grammy».

 

Prefiero contaros que hace unos días estuve almorzando en un “bar de viejos” (o como siempre lo hemos llamado en mi barrio, un bar) al que voy a veces y no había ningún hipster. “Ya me han vuelto a timar”, pensé. Yo que me había ilusionado pensando que era un hipster desde los 90, pero no me había enterado… A lo mejor es que eso de que los hipsters prefieren los bares de viejos es algo que sólo ocurre con un sitio (o unos pocos) de Madrid y quien firma el artículo (en la revista GQ concretamente) se vino arriba pensando en lo impactante de la historia. O quizás es que no me fijé bien. Porque claro, ¿qué es exactamente un hipster? ¿Es imprescindible el gusto por la ropa vintage, el abuso de cacharrería tecnológica o la intensa actividad en redes sociales? ¿Hay que cumplir con todos los requisitos o se puede ser un hipster sólo parcialmente? ¿Es lo mismo un hipster que lo que algunos, con cierta guasa, llaman moderno por escuchar determinado tipo de música y acudir a festivales? ¿Es suficiente con ser “joven y moderno”, que cantaban Net Weight? Por último, enlazando con el siguiente tema, con el que voy a cerrar mi populista intervención, ¿los hipsters sólo deben escuchar música indie?

 

El indie, otro asunto que desde hace ya un tiempo se convierte en el protagonista de las tertulias musicales (formales o improvisadas). ¿Qué es el indie actualmente? ¿Un concepto, una etiqueta, un estilo musical? Yo siempre acabo en la misma cuestión: teniendo en cuenta las compañías (y su forma de trabajar) que respaldan a los grupos que, al menos en el mercado estatal, encabezan los carteles de los festivales y acaparan tiempo y espacio en algunos medios especializados, ¿tiene sentido hoy en día, que se ha perdido la esencia que dio origen al término “indie”, seguir usándolo? Desde el punto de vista del oyente nada hay que recriminar, cada cual escucha la música que le gusta y le apetece, independientemente de la denominación. Pero desde el punto de la industria, se me ocurre una analogía con el café descafeinado o incluso con el típico “café de olla” (infusión de malta) que sirven en las barracas durante las Fiestas de Primavera de Murcia. Hay gente a la que le gusta, hay quien lo bebe porque el café no le sienta bien, porque le apetece diversificar o porque se piensa que es café… pero no lo es y nunca se debería vender como tal. “¡Nos vamos al mainstream!”.