‘Más allá de lo razonable’ (Repetidor, 2023) es el tercer disco en solitario de Salva Alambre y una nueva vuelta de tuerca en su particular discurso sonoro. Como buen disidente, Salva siempre marca su propio camino, sin someterse a tendencia alguna, y consigue sorprender en cada nuevo giro creativo. Como el de este nuevo álbum, grabado nuevamente con Marco A. Velasco en los estudios El Miradoor y realizado exclusivamente a partir del uso de voces, tratadas, manipuladas y estiradas de forma extrema hasta conseguir resultados inverosímiles.
Aparte del «apellido», ¿qué queda de Los Alambres en este proyecto en solitario? ¿Las referencias musicales? ¿La actitud? En lo que seguro que no coinciden ambas etapas es en la prolificidad, en apenas cinco años has publicado tres discos como Salva Alambre…
El apellido evidentemente lo heredé de los Alambres, grupo con el que saqué un LP, un EP y un split, aparte de varias canciones en recopilatorios. Así que, aunque no fuimos prolíficos, tampoco fuimos tan pasotas como la gente cuenta por ahí. Cuando empecé a plantearme sacar algo en solitario no me calenté mucho la cabeza con el nombre y pensé que Salva Alambre estaba bien, recordando a algunos de mis referentes como Richard Hell, James Chance o Johnny Ramone. Hoy no estoy tan seguro de lo acertado del nombre, pero ya da igual. Las referencias musicales, por lógica, han ido cambiando con el tiempo, porque uno no escucha siempre lo mismo, pero creo que en la actitud no he cambiado demasiado. Para mí la canción está siempre por encima de la guitarra que has empleado o el estudio en el que has grabado. A veces he escuchado conversaciones en las que tal o cual músico se tira el pisto del gran estudio al que ha ido a grabar o del renombrado productor al que ha contratado y yo pienso: “vale, eres como ese funcionario que se gasta 5000 € en una bicicleta para salir algún fin de semana con otros merluzos como él”. La producción y los instrumentos solo pueden ser un medio para captar la canción. Si no tienes canción, no tienes nada.
Tienes por costumbre publicar singles independientes como lanzamiento previo a cada disco, con canciones que luego no se incluyen en los álbumes correspondientes. ¿A qué se debe esta maniobra? ¿Se trata de descartes del disco al que preceden?
Lo de los singles me lo pide el sello en el que estoy (Repetidor), porque ellos funcionan así en cuestiones de lanzamientos. A mí me viene bien, porque siempre hay alguna canción que no termino de ver en el disco y que puede funcionar bien estando suelta. Eso pasó con ‘La nube’, que resultaba demasiado folkie para entrar en el nuevo álbum, aunque también formaba parte de las sesiones. Así que pensé que sería un bonito adelanto. A veces también hay alguna otra canción que desecho y entierro para siempre porque simplemente es un intento fallido.
Si ya es difícil encontrar un sello que se interese por editar tu música cuando te decantas por la experimental, más aún es lograr que la relación con estos sea duradera y tú llevas ya tres discos con Repetidor. Cuéntanos algo más sobre esta unión…
Sí, supongo que no es fácil encontrar sello y mucho menos haciendo algo que está en tierra de nadie. Me siento afortunado y agradecido porque haciendo en todo momento lo que me ha venido en gana alguien ha apostado por sacarlo. A Repetidor siempre le ha parecido perfecto todo lo que he presentado y siempre me ha dado libertad absoluta. Es un sello de orientación libertaria, como yo, por lo que nos entendemos a la perfección. Su labor es más la de gestionar la fabricación del vinilo, organizar la publicación y asegurarse de que toda la parte técnica vaya bien, aparte del apoyo moral que siempre da.
Aparte de tus discos y singles, en 2021 publicaste un remix de Roldán. ¿Es algo que te hayas planteado hacer con más frecuencia?
No, no creo que lo vuelva a hacer. Remezclar la música de otros no es lo mío. Aunque creo que el resultado no fue malo, prefiero partir de cero a trabajar con materiales previos.
Centrémonos ya en el nuevo disco, empezando por la portada, que es creación de Ana Galvañ. Aparte de ser una obra muy llamativa en sí misma, de una artista con un estilo muy reconocible, creo que encaja a la perfección con un disco en el que se combinan la sensación de desconcierto con la de atracción irracional. Tú mismo dices que es un diseño perfecto para un disco que habla de la utopía. ¿Nos puedes contar algo más al respecto?
Sí, la portada de Ana Galvañ va perfectamente con el espíritu del disco. Ya cuando estaba grabándolo fantaseaba con que ella hiciese la portada, pero me daba corte pedírselo, porque no tenía mucha confianza con ella y sabía que tiene numerosos encargos. Al final me armé de valor y se lo propuse. Ella se implicó a tope desde el principio, le pasé las canciones y letras que estaban más avanzadas, fuimos hablando del proyecto y con total libertad hizo esta maravilla de cubierta. Y además he ganado una gran amiga por el camino.
‘Más allá de lo razonable’ es «un álbum hecho a partir del uso exclusivo de voces para la composición musical y la construcción del sonido». ¿Cómo surge la idea de hacer un disco así y cómo ha sido el proceso creativo y de grabación respecto a otros discos tuyos previos hechos de forma más convencional?
Bueno, la idea del disco surge, en parte, de una broma. Muchos de mis amigos me han dicho siempre que cantaba fatal, así que pensé en demostrarles que, una de dos, o bien en el siglo XXI cualquiera puede hacer un disco vocal a través de la tecnología, o bien tampoco canto tan mal. Aparte de eso, en este disco he aprendido mucho en cuanto a producción y tratamiento del sonido. Los samplers actuales están a años luz de los de hace 15 años y hay toda una variedad de software que te permite hacer lo que quieras por midi, desde tocar un punteo de guitarra cargando una voz hasta generar armónicos irreconocibles. Creo que este ha sido el disco que más he disfrutado grabando.
Este disco, como los dos anteriores, fue grabado en el estudio El Miradoor de Alhama de Murcia con Marco A. Velasco. ¿En qué medida trabajar en un entorno como este y con alguien como Marco te ha ayudado a crear y experimentar con todas estas nuevas formas de expresión musical?
Grabar con Marco es siempre un placer para mí, porque tenemos mucha confianza y nos entendemos muy bien. Marco es el único ingeniero de sonido que conozco al que podría decirle: “quiero que grabes este euro que voy a lanzar al suelo y que suene en re”. Levantaría los ojos pidiendo asistencia al cielo, pero lo conseguiría y sonaría bien, así que tengo fe ciega en él. El entorno de El Miradoor es además una maravilla de lugar.
Has contado con un buen número de colaboraciones en esta grabación. ¿Por qué no nos cuentas tú mismo en qué consisten estas y en qué modo estaban planificadas de antemano o no?
Lo de las colaboraciones fue surgiendo sobre la marcha. Grabar un disco entero solo con voces puede llegar a ser claustrofóbico y tampoco quería que sonase todo el rato mi voz, así que lo mejor era abrirse a otras perspectivas con artistas a los que conozco y admiro. Con cada uno de ellos fue diferente. Con Susana López nos fuimos pasando pistas de voz cada vez más tratadas, como en un partido de tenis, y finalmente las montamos en el estudio de Marco una tarde, dando como resultado ‘Análisis de un conjuro’. Alejandro Martínez (Alexanderplatz) metió unas guitarras midi cargadas con voz que han quedado fantásticas en ‘Una noche más’. Yago García (Perapertú) pasó algunas pistas por el inconfundible filtro de su antiguo MS-20 también en ‘Una noche más’. Paula Sal (Pau from Marc) cantó conmigo la parte principal de ‘Vivimos en un bosque’ y su voz le da un toque más cálido a la canción. Y finalmente, Nino García (Cherry) hizo de mi alter ego, con réplicas y coros de trapecista, experimentado en varias de las canciones. Como ves, he tenido un apoyo de altura en las colaboraciones y estoy muy contento con ellas.
En directo presentas tus canciones en formato dúo, acompañado sobre el escenario por Fuli García. ¿De qué modo trasladas a un concierto tu forma actual de componer exclusivamente con voces? ¿Requiere de grandes adaptaciones?
Si quieres que te sea sincero, el directo siempre me ha quedado un poco grande. No me siento muy cómodo en concierto y entiendo que ver a un tipo apretando botones y haciendo arreglos de sinte no es lo más emocionante del mundo. Al fin y al cabo, yo vengo del rock. Por eso cuando empecé a tocar con Fuli García, ‘The Man-machine’, y vi que podía seguir con sus percusiones a las máquinas como si fuesen sus criaturas, vi el cielo abierto porque ahora sí hay una sensación de grupo, de interacción entre personas y tecnología. Y para las canciones del nuevo disco decidimos que la gracia era que en directo también se respetase la premisa de que todo lo que sonase fuesen voces. Así que hicimos algún arreglo, adaptamos alguna cosa y las agrupamos al principio, de modo que nuestro directo tiene actualmente dos fases: la del nuevo disco, cuyos sonidos son siempre voces y la del resto del repertorio en la que usamos otros tipos de samplers y sintes.
Hablando de directo, incluso antes de haberse publicado el disco ya hicisteis unas cuantas actuaciones. Cerremos la entrevista hablando de estos bolos, de la acogida de las nuevas canciones por parte del público y de los conciertos que vienen. Lo que se pueda contar…
Sí, a principios de año estuvimos en Barcelona y Valencia, y hace unas semanas en Madrid. La acogida creo que está siendo buena, si tenemos en cuenta el tamaño de la frikada. En Madrid nos llevamos una grata sorpresa ante la cantidad de gente que vino al concierto. Por otro lado, tenemos fechas cerradas y por cerrar a lo largo de la primavera. Aparte del próximo concierto en Murcia el 11 de marzo con Veta, que organiza la muy ilustre Lonja Negra, estaremos en Salamanca, Galicia, de nuevo Madrid y Guadalajara. Ahora se trata de mover el disco y echarse a la carretera. ¡Salud!