Derrick presenta ‘Nonresistance Maneuver’

 

Después de unos años funcionando como Carson Blew, su cantante decidió irse de paseo. No es una forma de hablar, dejó la banda por el senderismo. Llegados a este punto, el resto de componentes de la banda decidió que era el momento de poner un punto y aparte en su carrera musical. Nueva voz, nuevo estilo, nuevo nombre. Había nacido Derrick.

 

A Quique Hernández (bajo; Hoax, Virtual), Miguel Ángel Fernández (batería; Hoax, Controversia) y Fran Abad (guitarra; Hex) se unían Pablo Morante (voz) y Alfonso Pérez Ripoll (guitarra; Hans Topo, Nahia), dándole un giro al sonido que había marcado su trayectoria en los últimos años, heredero del grunge y el rock de los 90, para recuperar influencias que ya habían estado presentes en sus proyectos anteriores y sumar nuevas referencias. Las canciones de Derrick fluyen con naturalidad entre el grunge, el metal alternativo y el stoner, situándose en algún punto dentro del triángulo que formarían Soundgarden, Deftones y Queens Of The Stone Age. Si les mencionas a Biffy Clyro, Hermano, Silverchair o Fumanchu tampoco te mirarán mal.

 

Muestra de ello es este, su nuevo single digital, «Nonresistance Maneuver», resultado de un día en AMA Studios entre comidas, cafés trucados y patatas fritas, con Antonio Navarro a los mandos. Lo componen dos canciones: Gandhi y Protest Song. Al habla Pablo Morante, vocalista de Derrick: «Maniobra de no resistencia es una táctica de protesta relacionada con la desobediencia civil, basada en el principio de no resistirse a la autoridad aún cuando esta sea ejercida de manera injusta. En ‘Gandhi’ este concepto se extrapola a un plano más existencial, dentro de una metáfora inspirada en mis experiencias en el mar, como surfista. Este término era perfecto para incluir la canción ‘Protest Song’, la cual critica el actual zeitgeist individualista que rige el comportamiento de la sociedad occidental, situando al hombre como eje, amo y señor del planeta Tierra. Aquí se recuerda que sólo somos animales, parte de un todo, dependientes de recursos finitos e influidos por cualquier forma de vida… remarcando la idea de que cada acción tiene su consecuencia».

 

«Venga, dilo otra vez…», para LaTribuna del Noroeste

Artículo publicado el 24 de enero de 2013 en La Tribuna del Noroeste:

 

 

Comentaba la semana pasada el caso de esos grupos que conozco desde hace muchos años y a pesar de que me llaman la atención, nunca he tenido tiempo de pararme a escucharlos con detenimiento. Al hilo de este asunto, enlazando también con algún texto anterior, me vino a la cabeza otro tema recurrente en esas “tertulias” sobre música que, aprovechando cualquier excusa, suelo improvisar con mis amistades. Son esas bandas que determinados medios de comunicación quieren colar en nuestras vidas aunque sea con calzador… y no, no estoy hablando de música mainstream.

 

¿Por qué no hago caso a estos grupos? Porque, si nos centramos en propuestas musicales, se me ocurren demasiadas cosas mejores en las que ocupar mi tiempo libre. Saldar mis dichosas “deudas”. Escuchar “La pared” de Bambino una y otra vez. Comprobar que “La Macarena” de Los del Río se parece sospechosamente a una canción que publicaron Desmadre 75 hace casi 40 años. Descubrir nuevos discos de Neil Young, que ha publicado unos 50 desde mediados de los 60 y aún me faltan muchos. Pinchar un recopilatorio con los grandes éxitos de Antonio Machín en vinilo. Prestarle atención a bandas como Derrick o Arsenal (por mencionar dos que se me escapó citar hace un par de semanas). Investigar si por fin Drenthe ha dejado el fútbol y se ha pasado al hip hop. Fliparlo con la banda sonora de Django Unchained de Quentin Tarantino. Preguntarme por qué no conocía hasta hace unos meses a Sixto Rodríguez. Gritar que a veces sólo me apetece escuchar a Mike Patton… ¡y que os calléis!

 

En realidad, de forma ajena a mi voluntad (salvo contadas excepciones), los he escuchado, bastantes veces incluso… y por más que me insistan, no me interesan. Me da igual que ganen premios (si eso supone algún mérito hoy en día), que estén en boca de todo el mundo o que en sus conciertos el aforo esté siempre completo, prefiero seguir fiel a mi rollo y a mis sensaciones que dejarme llevar por la marea. Así que os lo pido de corazón, como diría Ortega Cano: ¡dejadme en paz, dejadme vivir! Porque, en definitiva, ¿qué mas da que escuchemos a unos o a otros? Si al final el único que vende discos en España es Pablo Alborán…