Artículo publicado el 4 de abril de 2013 en La Tribuna del Noroeste:
Lo digo a menudo, no doy a basto con tanta novedad discográfica. Alguna vez he bromeado sobre ello, pero es que realmente sería como para vivir estresado si no fuera porque, por suerte (o por desgracia), yo no me dedico de manera profesional a este singular oficio del periodismo musical (por ello me puedo permitir tomarme, al menos, un mes de descanso, como voy a hacer a partir de hoy). Un día es una nueva canción de Surfer Blood, al siguiente un videoclip de Suicidal Tendencies o de Cuello, una semana después el fichaje de Neuman por Subterfuge, Pitchfork avanza el nuevo trabajo de The Black Angels, el próximo álbum de Za! ya se puede escuchar completo en la web de Rockdelux, el segundo disco de Furguson se estrena en exclusiva a través de Playground Magazine… Este ritmo no hay quien lo siga. Y aún así me permito la licencia (poética) de meterles prisa a mis compadres de Trastorners para que publiquen de una vez sus nuevas canciones.
Es por ello que no me termino de explicar cómo a gente como Pau Donés la broma de «La flaca» le puede dar para sacar hasta nueve discos o por qué determinada gente o ciertos medios ponen tanto empeño en encumbrar a algunos grupos, hasta el límite de la cansera o más allá. Es por ello también que, por delante de esas bandas convertidas en producto de masas vertiginosamente o de los grupos de moda en un momento concreto (aunque alguno pueda ser incluso de mi agrado), prefiero orientar mis recomendaciones en otras direcciones. Siempre encuentro respuesta a mis inquietudes como oyente en los catálogos de discográficas como Bcore Disc o Aloud Music y, por tanto, me gusta, sin atosigar, sin dar la brasa, hablar de sus discos. Pero no sólo de estos, que quizás sea los que más a menudo menciono, también los de otros sellos como La Castanya, Saltamarges, Caleiah, Discos Humeantes, Famèlic o Sonido Muchacho, todos ellos buenos sellos discográficos, pequeños, realmente independientes, de los que ponen el alma en sus ediciones y reinvierten sus ganancias, si es que llegan a tenerlas, en publicar nuevas referencias. Esto sin perder de vista a todas esas bandas emergentes que, sin apenas presupuesto, se lanzan a la aventura por su cuenta y riesgo y tratan de abrirse hueco en el mundillo de la música, como se diría por aquí, con palicos y cañicas. Grupos como The Saurs, protagonistas del mejor concierto que he visto en lo que va de año (gracias al centro cultural El Quirófano de La Arboleja y a su ciclo The Sonic Sundays), gente joven a la que apetece apoyar con buenas palabras y haciendo una excepción. Hace tiempo que decidí no comprar música en CD… salvo alguna cosa, como el EP autoeditado (CD-R en funda de cartulina, edición limitadísima, sólo 100 copias) de este cuarteto de Barcelona que, además, me dio la satisfacción de ver por fin un grupo que, en vez de «Demolición», toca en directo «Salvaje» de Los Saicos. Ya estaba bien.