Si me chifla el cine de Jim Jarmusch es por la capacidad que tiene a la hora de narrar las mayores marcianazas con una naturalidad cotidiana que consigue que uno piense cada día acerca de la gente con los que comparte existencia considerándolos como personajes insólitos y fascinantes, con una historia nada arquetípica tras ellos, cuando en jamás es así. Podemos entenderlo a la inversa, pero de todos modos lo que Jarmusch consigue es que la frontera entre la cotidiano y lo mágico sea lo más difusa posible, y que aunque el dolor y la amargura sigan siendo eso, dolor y amargura, podamos viajar a través de ellos.
"Flores rotas", anda más cerca del Jarmusch minimalista en la forma y mayúsculo en el fondo que en la apología de la magia outsider de trabajos como "dead man" o "ghost dog", aunque el personaje que encarna el ahora adorado por todos Bill Murray (a buenas horas, mangas verdes; estos modernos…) parece escapado del poético y surrealista mundo del Jarmusch más abstracto y ensoñador. Si de algo se preciaba el gran pope del cine indie americano es de dejar hacer a los actores, de volcar sus historias en los personajes y que fluyan a través de sus palabras y gestos, y "flores rotas" se regodea más se cabe en ese humanismo cinematográfico merced a un elenco de actores soberbio (aparte de Murray, Jessica Lange, Sharon Stone, el director Larry Fessenden, Chole "ñam ñam" Sevigny…) . Rara avis dentro de un panorama donde el bullicio no deja ver más allá. la historia, "flores rotas" es un muy cabrón cuento acerca de la responsabilidad, de lo que pesa y duele el paso del tiempo y de cómo el amor (o la falta de él) marca las vidas de las personas. Porque la vida es un doloroso, divertido y precioso esperpento.

P.D: Y no hablo del personaje del vecino Winston. Al altar ya mismo.

Texto: Paco Latorre

Volver a Archivo