T&L 66 – ‘Diario de la turné, capítulo 7: Tracas y berfiter en los Jardines de Velitreu’

 

Otra temporada más que se va. O, mejor dicho, una temporada más que nos quedamos en el zurrón de las experiencias gratificantes. Lo hemos logrado de nuevo, es el triunfo del desenfado, de la amistad, de la música y de la radio. Y también de la cerveza, la comunicación, el vino, el conocimiento, el tequila reposado, la camaradería, el orujo y la ironía interminable como escudo infalible en defensa de nuestros principios. Sí, tenemos principios y algún que otro dato y experiencia que compartir. Y no, no somos alcohólicos gamberros que eructan al micro, de hecho le tenemos bastante respeto, pero también a las bebidas espirituosas y a su efecto catalizador infalible en reuniones varias. Todo cabe en el proceso de comunicación fluida (y divertida) que tratamos de generar cada semana. Ahora llega el verano, nuestra rutina mediterránea (y ese calor murciano que te abrasa la sesera hasta dejarte inútil) hacen que el cuerpo nos pida tomarnos un respiro satisfecho. No sin antes dejaros el último programa que hemos grabado para vuestro uso y disfrute.

Víctor, Domingo, Antonio, Jaime, Alfonso y un servidor, junto a decenas de personas más que orbitan alrededor de este planeta bizarro que hemos creado, intentamos compartir nuestra pasión principal en un formato tan antiguo y valioso como el radiofónico e incluso a veces lo conseguimos de forma locuaz. En ocasiones el puzle necesita otra pieza, para aprovechar las ventajas del audiovisual en toda su extensión, y ampliamos nuestro equipo a Pablo López, que ha grabado toda la turné en vídeo, o a Cherry, que fue cámara por un día además de invitado en un capítulo. 

De todas las personas que apoyan nuestro proyecto de medio de comunicación libre, hay algunas que lo hacen desde muy dentro, hasta el punto de convertirse en personajes con un pie en el mundo real y el otro en ese que hemos creado. Sole Destroller, Serguey Piwenko y Lisardo Ruiz de Mendoza (y su hermana Encarni) conforman esa junta directiva tan necesaria para (des)organizar cualquier empresa con aspiraciones. Incluso este último rompe la “cuarta pared” para invitarnos a una de sus casas y vernos hacer radio. Y lo hace a través de CASCALES, su delfín, el ilustrador de (nuestra) cabecera, un amigo, un supporter, el que le da imagen a nuestras palabras…

El caso es que hace unos días acabamos en un lugar llamado ‘Jardines de Velitreu’, con unos anfitriones inmejorables y rodeados de duendes cerveceros que escuchaban lo que decíamos a través de un transistor de los de toda la vida. Fue el primer programa que emitimos de forma hertziana tradicional y en directo, pero nadie se enteró, sólo los que estábamos allí. Podríamos haber intentado engañar a la gente en las redes sociales diciendo que nos escuchaban ocho mil personas, pero no, o sí, aunque lo realmente importante de este asunto es que un colega de apellido afrutado se cruzó media ciudad para ir a por una pequeña emisora y hacer el experimento en cuestión. Luego vapeó y seguidamente nos pusimos entre unos cuantos a solucionar problemas de ruido habituales de lo analógico. El resto charlaba, degustaba unas pechugas de pollo hechas para los elegidos y preparaba peticiones musicales para los locutores. Se hizo tarde, nos tomamos con calma y saboreando la última jornada de La Turné. No era para menos…

Gracias a todos los que nos prestáis vuestro tiempo. Feliz verano infernal.

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T&L 60 – ‘Diario de la turné, capítulo 1: La huerta de Bosco’

Me traslado mentalmente de nuevo a la primera jornada de turné mientras escucho la grabación, desnuda, natural y en radiofónico directo, de ‘Piper’, una de las joyas que esconde el nuevo disco de Bosco y que se prestaron a interpretar para nosotros y, por supuesto, los oyentes del programa. Confirmo una vez más que se trata de una banda embrujada por la extraña mezcla de talentos que la componen. Esa es la parte que más me atrae de estos duendes de la huerta, la de trabajar la armonía, ahí se sustentan muchas de sus canciones, que nunca sabes por donde te van a llevar. Ellos mismos las rompen con un grito, un giro rítmico o cualquier otra acrobacia como el cambio de idioma que Moretti suele practicar. “Cada lengua tiene un ritmo, una manera de encajar en la canción”, nos cuenta fuera de micro mientras compartimos unas cervezas y algo de charla. José Perelló asiente y demuestra que es un buen conversador aceptando, o matizando si es preciso, los comentarios que hacemos sobre su música y también la de otros. Mientras nos ocupamos de las tareas propias de la radio y disfrutamos de la tarde acogedora en Villa Bosco, Jesús Fictoria trabaja en otra habitación, componiendo por encargo pero con empeño. Aparece un par de veces, una para tocar con sus compañeros y otra para hablar de música una vez terminada la grabación. “Esto se debería grabar también”, dice acertadamente, luego nos recomienda un par de artistas brasileños ante mi reticencia con la bossa, se enciende un pito y vuelve al tajo.

Al trasladarnos al lugar de trabajo y disfrute de Bosco, tomamos realmente consciencia del sentido de su música y de lo llamativo de su personalidad colectiva. Son buenos interpretes, pero su vinculación a las artes escénicas no convierte necesariamente en ficticio todo aquello que muestran sobre el escenario, están realmente dentro de lo que componen, han logrado mimetizarse. Y nosotros en cierto modo también nos hemos quedado emboscados por una tarde, intentando atrapar para la posteridad todo lo que hemos visto y escuchado.

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