T&L 56 – ‘Outsiders, hay que escucharlos más’

R.Stevie Moore os vigila

Siempre he tenido una especial predilección por los que se salen de la norma. No sé de qué norma exactamente, supongo que de todas las que más atenazan, lo que llamamos convencionalismos. Es algo que tampoco tiene mucha explicación, simplemente me atrae ese halo especial que desprenden los tocados con la varita o, dicho de otro modo (más vulgar): los que van a su puta bola. Artísticamente hablando, claro. Bueno, y vitalmente también. Conforme «avanzan» los tiempos y se multiplican los canales de distribución nos creemos más libres en lo creativo y muchas veces las propias banderas de la libertad acaban enredándose entre las piernas hasta que pueden contigo y te caes de morros. Es por eso que tiene un incalculable valor eso de salirse del camino socialmente marcado. Pero ojo, no vale con ponerse las botas por encima de los pantalones, ni calzarse unas medias de leopardo y dar vueltecicas a lo Bisbal, ni estrellarse de cabeza contra un muro como en una de las magníficas escenas de ‘La Grande Bellezza’. La pose pretenciosa no es auténtica, es un quiero y no puedo, un gastrobar de la creatividad. Lo auténtico te atrapa a la primera. Y luego están los puntos de vista, que también juegan.

Seguir leyendo T&L 56 – ‘Outsiders, hay que escucharlos más’

Me llamaban Coyote – ‘Gigi (1958) en París y en mi revistero: the night they invented champagne’

Gigi me mira mientras escribo estas líneas. Aparto la vista del ordenador y Leslie Caron me guiña el ojo desde un revistero regalo de cumpleaños: mi cartel de cine favorito y también mi musical, obra del productor Arthur Freed (el visionario detrás de Cantando bajo la Lluvia, Brigadoon, Un americano en París, Cita en St. Louis) y del director Minnelli, que entre otras había trabajado con el primero en Cita en St. Louis. A Minnelli tanto le daba el musical (El Pirata, Yolanda y el ladrón…) como la comedia (El padre de la novia…) o el melodrama (Cautivos del mal, Como un torrente…).

En Cita en St. Louis conoció a la que fuera por un tiempo su esposa, Judy Garland, con la que tuvo a Liza Minnelli, actriz y cantante (Cabaret, New York New York…). Las andanzas del trío. O de madre e hija, darían para otro post. Uno rosa, de esa sección que nos hurtan en Tímpanos y Luciérnagas.

A Gigi (1958) vuelvo y revuelvo, que cantaba Calamaro, un par de veces al año. Me conquista desde ese comienzo en un parque parisino en el que Maurice Chevalier canta con su aire de vividor Thank heaven for little girls y vemos a Leslie Caron vestida de colegiala (se barajó para el papel de Gigi a Audrey Hepburn) hasta la misma Gigi, vestida de princesa cenicienta por una noche en Maxim, que en su habitación canta solitaria Say a prayer for me tonight. En verdad canta por ella Betty Wand (aunque no en la canción al final del post).

Seguir leyendo Me llamaban Coyote – ‘Gigi (1958) en París y en mi revistero: the night they invented champagne’