CASABLANCA

Casablanca es una esperanza para muchos; la puerta hacia una libertad que puedes comprar en el mercado. Con dinero, puedes marcharte desde allí hasta Lisboa y de Lisboa a América. Pero, ¿quién tiene el dinero? Para otros muchos, Casablanca puede ser una cárcel.
Pero no se pierda: estamos en los primeros años 40; en plena Segunda Guerra Mundial. Muchos europeos, asfixiados por el clima nazi, intentan huir hacia el sueño americano, escapar de la indigencia. Huir es la necesidad. Porque huir e s el verbo por excelencia de esta historia.
Hasta Casablanca llegó hace tiempo Rick. Allí hizo buen negocio: el "Rick´s Café Americain", que es frecuentado por todas esas personas que configuran el perfil social de la ciudad marroquí y donde se llevan a cabo todo tipo de trapicheos.
El "azar" quiere que sobre las manos de Rick caigan dos salvaconductos manchados con la sangre de los alemanes a los que se los robaron. Quizás Rick los use para huir; de sí mismo, claro.
El piano y la voz de Sam llenan la noche del Rick´s; la gente no es feliz pero está entretenida. Y Lovis Renault, el precepto de policía, tiene la fea costumbre de meter sus narices en todos los asuntos: para algo está la policía.
Pero dejemos esto. La música llena el Rick´s, Sam está al piano. Una pareja acaba de entrar y el pianista los mira de reojo. Son el matrimonio Lazlo. Él es Víctor, un zorro legendario, una leyenda viviente, héroe de los idealistas. Y ella; ella sólo es, en apariencia, una bella mujer llamada Ilsa.
Ilsa ha pedido que el pianista se acerque: "Toca alguna canción de entonces...Tócala otra vez, Sam", dice segundos antes de que el piano empiece a lanzar las notas de Times goes by...you must remember this, a kiss ist just a kiss... Es la canción maldita, la que Rick odia. Cuando va a reprochársela a Sam, Rick se topa con los ojos profundos de Ilsa.
Pero, ¿qué ha pasado? Para comprenderlo hay que retroceder en el tiempo. Ella ha elegido, entre todos los cafés del mundo, entrar en el Rick, ha pedido El tiempo pasará, una canción que solían escuchar juntos en París, cuando eran felices sin saber quiénes eran en realidad y no tenían más que algunas preguntas sin contestar y mucho amor.
Y ahí estaba la guerra para estropearlo todo. Los alemanes entran en París y lo tiñen de gris. Rick e Ilsa deben huir juntos porque se han enamorado mientras el mundo se desmorona.
La hora es las cinco menos cuarto y el lugar una estación de tren lluviosa, frenética, desesperada como el propio rick, que cerca de las cinco en punto lee una nota de Ilsa: "Vete, Rick... recuerda que te quiero", y el tren inicia su viaje entre una nube de vapor.
Volvamos al Rick´s. Están solos Rick y Sam. Rick levanta la vista mienras bebe y, con los ojos, le pregunta a Ilsa, que acaba de entrar: " ¿Por qué lo hiciste?"
Es sencillo: ella se creyó viuda y se enamoró, pero Victor no había muerto. Ahora, los Lazslo necesitan escapar y ya sabemos quien tiene los salvaconductos.
Y vuelve la noche al Rick´s y los Lazslo vuelven también. Pero también entran otras personas que se sientan en las mesas con sus problemas que hacen crecer la tensión. Estamos ante otra de las escenas míticas de la historia del cine: los nazis están entonando un himno en alemán; Víctor se acerca a la orquesta y ordena La Marsellesa, el himno francés inunda el local. El héroe ha vuelto y empiezan a cerrársele las salidas.
Y ya no voy a contarles más sobre la historia de esta película basada en el texto teatral de Todo el mundo viene al Rick´s y llevada al cine por el director Michael Curtiz. Rodada en 1942, muchos la consideran la PELÍCULA; máxima expresión de la época dorada del cine en Hollywood. Su nostálgico blanco y negro, los ambientes marroquíes que alcanzan su máxima belleza en el zoco y en el café, sin olvidar la fotografía de París y su bohemia.
Tampoco podemos pasar por alto a los actores: la sueca Ingrid Bergman, de sensual elegancia y máxima frialdad, diva de los 40. El gesto rudo de Humphrey Bogart, el más mítico de los actores. Y Paul Henreid encarnando al idealista rebelde que encandiló a la joven Ilsa.
Y, por otro lado, el compromiso que Casablanca representa, su grito de libertad, reflejo de temas aún candentes: indigencia, ilegalidad, racismo, incapacidad de cargos negligentes...
Los que ya han disfrutado de Casablanca saben de qué hablo o, quizás, mis impresiones les parezcan excesivas. Los que no la conozcan, espero que estén animados a conocerla. Para éstos va la invitación a buscar en el mapamundi del comienzo del film los nombres de Murcia y Cartagena, a modo de curiosidad, claro.
Lo último que voy a añadir es que probablemente, lo mejor de Casablanca sea el final, que no es más que "el inicio de una hermosa amistad".

NATY MONTES BARQUEROS.

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