Fotocrónica: ‘T&L en el Primavera de Oporto. Jueves’

Es la segunda vez que nos decidimos por Oporto para disfrutar de esa cita que revoluciona durante estas fechas a los melómanos del mundo, el Primavera Sound. Quieras o no, te guste o te moleste, esta marca se ha convertido en referente internacional con todo lo que eso conlleva. Dejando las miserias (artículos en contra, revanchas varias, críticas lógicas, indiferencia hacia el formato festival…) a un lado, que las hay si uno busca, la programación musical que incluyen los carteles del Primavera Sound es sólida, llamativa y te asegura varios momentos gloriosos en cada edición. Y es que soy de mucho disfrutar la experiencia completa, pero a los festivales por lo general voy por la música y luego va ocurriendo el resto. Así que, al tajo:

 

DEERHUNTER

Me parece un inicio inmejorable para un festival. No es la primera vez que los veo en directo. De hecho, sin contar algún encuentro con Atlas Sound, creo que debe ser la tercera vez que recuerdo disfrutar de la música de Bradford Cox y compañía. La primera que me quedó grabada fue muy psicodélica y etérea, la segunda, también en Oporto, cruda y sucia como correspondía a la presentación de su anterior LP, ‘Monomanía’. Esta ocasión fue la más pop de todas, me encontré con unos Deerhunter accesibles y redondos, con sus articulaciones melódicas bien engrasadas. Mezclaron temas de varias épocas con los de su última entrega, ‘Fading Frontiers’, que quizá goza de un peso menor en su discografía pero ofrece algunos momentos álgidos que colorearon muy bien el concierto. La sensación fue la de encontrarse con un viejo amigo y que te salga del alma decirle: «qué bien te veo». Precisamente coincidió con el momento de encontrarnos literalmente a unos cuantos amigos y darnos unos abrazos mientras intentábamos no perdernos detalle con el rabillo del ojo. El final del concierto fue bailongo, gracias al groove enfermizo de ‘Snakeskin’, una de sus últimas dianas, saxo incluido. Por cierto ¿vuelve el saxo con fuerza?¿Alguna vez se fue?¿No estaba denostado?. Muy bien Deerhunter y sus conciertos que nunca te dejan indiferente.

 

JULIA HOLTER

Con el concierto de Julia comenzó uno de los típicos debates de festival, sobre la conveniencia de programar esto o aquello a según qué horas. O la necesidad de que algunas propuestas cuenten con una alternativa más o menos opuesta. Vamos, que el primer día de festival a las nueve de la noche hay gente que quiere que le den un buen empujón  y otros que disfrutan de una subida de ritmo amable para no descarrilar. Yo suelo ser de los del empujón, pero me gustan las canciones de Julia Holter y la forma en la que las arregla en directo. Influye el hecho de que la conocí cuando actuó en Cartagena, en la Catedral Vieja, un escenario en el que ella misma estaba flipando por la magia que implica. A priori, el del Parque Da Cidade de Oporto, con su vegetación y cuidadas laderas, también lo era, pero entre el público amante de la velocidad había cierta inquietud y ningún plan B. Y después era el turno de Sigur Ros, iba a faltar café. Estas sensaciones, extraídas de los que me rodeaban, suponían cierta presión para el disfrute pleno de la experiencia. Aún así lo conseguí, y entre inevitables conversaciones (somos un animal social, no olvidemos) me metí de lleno en algunas melodías y recibí con gusto un formato tan poco «festivalero» como el de teclado, contrabajo, violín y batería, con un saxo ocasional, segunda aparición de este instrumento en el festival. Valiente Julia Holter y muy atractivo su último disco, ‘Have You In My Wilderness’. La próxima vez sentado y en silencio.

 

SIGUR ROS

Lo intentamos, pero poco. Lo que hablábamos antes de la velocidad, si el cuerpo te va pidiendo un poco de cachondeo solo acepta que lo frenes a cambio de canciones que te gusten, lo que sostiene un buen concierto. En el caso de Sigur Ros no me pasa eso. Ni los he seguido nunca, ni conozco bien su obra, ni me apetecía verlos en ese momento, con lo que era imposible que aguantara su propuesta. A su favor diré que sonaban como esos ángeles a los que parecen evocar y que cuentan con una puesta en escena espectacular en producción y juegos de luces. Todo en el buen sentido, con algún bostezo pero sin rencores. Como seguía sin haber Plan B musical, nos fuimos a cenar y a beber un poco, preparándonos para tocar el techo de la jornada un rato después. Aprovecho para mencionar la variada oferta gastronómica de la zona de jalar, con su moderado sobreprecio pero buen sabor en general.

 

PARQUET COURTS

Con la barriga llena, los ojos rojos y los pies descansados nos plantamos ante una de las sensaciones continuas (no dejan de serlo) de lo que cada uno denomina como le apetece, pero yo reduzco a un simple concepto: rock. Para mí es eso lo que ejecutan a la perfección Parquet Courts, música rock con los dos pies bien plantados en la época que vivimos, sin miedo a las influencias pero con la punta de la lengua siempre bien cargada, preparados para escupirle a los etiquetadores compulsivos. ¿O acaso el fraseo hipnótico con el que sueltan sus versos no es una forma elegante de escupir? Son rudos para hacer música y eso te hincha el pecho, pero cada vez acentúan más su huida de lo obvio. Ya comienzan a impresionar con intensos desarrollos instrumentales basados en su característico trenzado de guitarras crujientes. Parecen estar en un momento estupendo, con su último (y quizá mejor) disco, ‘Human Performance’, que todavía quema y embrutece a la gente. Te atrapan porque son como tú, pero saben quejarse mejor, hasta el punto de convertirse en lo más parecido a un cronista oficial de lo cotidiano que podrías soportar.

 

Me llamaban Coyote – ‘Gigi (1958) en París y en mi revistero: the night they invented champagne’

Gigi me mira mientras escribo estas líneas. Aparto la vista del ordenador y Leslie Caron me guiña el ojo desde un revistero regalo de cumpleaños: mi cartel de cine favorito y también mi musical, obra del productor Arthur Freed (el visionario detrás de Cantando bajo la Lluvia, Brigadoon, Un americano en París, Cita en St. Louis) y del director Minnelli, que entre otras había trabajado con el primero en Cita en St. Louis. A Minnelli tanto le daba el musical (El Pirata, Yolanda y el ladrón…) como la comedia (El padre de la novia…) o el melodrama (Cautivos del mal, Como un torrente…).

En Cita en St. Louis conoció a la que fuera por un tiempo su esposa, Judy Garland, con la que tuvo a Liza Minnelli, actriz y cantante (Cabaret, New York New York…). Las andanzas del trío. O de madre e hija, darían para otro post. Uno rosa, de esa sección que nos hurtan en Tímpanos y Luciérnagas.

A Gigi (1958) vuelvo y revuelvo, que cantaba Calamaro, un par de veces al año. Me conquista desde ese comienzo en un parque parisino en el que Maurice Chevalier canta con su aire de vividor Thank heaven for little girls y vemos a Leslie Caron vestida de colegiala (se barajó para el papel de Gigi a Audrey Hepburn) hasta la misma Gigi, vestida de princesa cenicienta por una noche en Maxim, que en su habitación canta solitaria Say a prayer for me tonight. En verdad canta por ella Betty Wand (aunque no en la canción al final del post).

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T&L 44 – ‘Aaargb!’

 

«Radiar en tiempos revueltos», es lo que enunciaba una de las promos que emitíamos la pasada semana en el programa. Y qué razón tenía, sobre todo esta semana que ha culminado con el borrado accidental de la entrada que estábamos preparando para el blog. Esto ha sido posterior al retraso de un día en la publicación del programa, de dos en la actualización del blog… Pero que no cunda el pánico, que el disfrute lo llevamos en el cuerpo como todas las semanas y esperamos contagiarlo sin que pierda intensidad alguna. Estamos todos, como siempre, aplicando ritmos tranquilos al frenético caos vital de los tiempos que corren, recomendando sellos discográficos coherentes contra la marea de confusión de la industria musical, saboreando al mejor grupo del mundo de esta semana, gozando de placeres cinematográficos nada culpables o lanzando versiones sin complejos de clásicos del rock. Hay un poco de todo por nuestra parte, como (perdón por la pedantería) redundantes adalides del disfrute que somos.  Incluso hemos podido culminar esta espiral de exaltación de la música y la amistad con la visita de nuestro buen amigo Juan Fran Jiménez, un tipo listo y «disfrutador». También creador de una empresa cuyo ingenioso nombre bien nos sirve de grito de guerra, de expresión de desahogo: ‘Aaargb!’ Su trabajo se ha visto ligado, en ocasiones, también a lo musical con proyectos bien culminados como el de la aplicación de móvil oficial de los míticos The Doors. De todo eso no nos habla en el programa porque hablamos de alguien poco dado al autobombo, pero sí aprovechó para vacilarnos de su reciente viaje al festival ATP comisariado por Mogwai, y lo hizo con una locuacidad propia de un comisario de esos. Además nos recomendó la música de un nuevo sello de un colega, Zozaya Records. Total, que echamos un rato estupendo y esperamos haber sabido trasladaros ese disfrute.


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La Mar de Músicas 2013

El pasado sábado 27 de julio terminó la XX edición del festival cartagenero La Mar de Músicas, recortado en presupuesto y extensión, pero bastante bien organizado en poco más de una semana por distintos puntos de la ciudad y con conciertos al alcance de todos los públicos: tanto para paseantes que hacen un alto para ver qué se cuece en la Plaza del Ayuntamiento como para melómanos que pagan entrada para subir a las maravillosas ruinas de la Catedral o al Auditorio del Parque Torres, cuyo escenario acogió a la mayor parte de «pesos pesados» del festival, bajo las estrellas y refrescado por la brisa marina y los minis a 6 euros.

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