Fotocrónica: King Gizzard & The Lizard Wizard, fin de gira en Atenas

A veces tienes la ocasión de estar en el momento y lugar adecuados. Muy pocas, eso es verdad, pero cuando te pasas la vida buscando conciertos que se ajusten a esas coordenadas, el gozo se multiplica si esa alineación interplanetaria se produce. El último concierto de la gira europea de King Gizzard & The Lizard Wizard me pilló en Atenas, una ciudad ya de por sí bastante interesante como para tirarse unos días pateándola. Precisamente el pateo, el otro, al que ha sido sometida es parte de su encanto, paradojas de la vida.

En fin, que con las retinas pobladas de información y la exaltación de la amistad en su grado etílico adecuado nos plantamos en la sala Fuzz, una de las mejores que he visto en mi vida: amplia, con gran visibilidad, sonido del que te peina para atrás pero no te revienta el tímpano con las frecuencias, una técnico impecable y… UN MOSTRADOR DE JOHNNIE WALKER gratis nada más entrar. Solo te daban uno, que no está mal, pero si salías y volvías a entrar podías repetir.

El concierto, impecable, mejor de lo esperado. La propuesta de los australianos te puede hacer pensar en cierto caos al trasladar su extraña pócima al directo. Van rodados, como decía al principio están en su momento, así que cualquier cosa que diga no estará a la altura de la intensidad que desplegaron. Me he tragado sus cinco discos de 2017 a ver en qué momento cojeaban, pero a mi juicio no lo han hecho. El setlist, que al mirarlo por internet me he dado cuenta de que fue de 20 temas, se me pasó en un suspiro, los visuales te hipnotizaban al instante. Salimos de allí engorilados, no somos únicos, llevan toda una gira haciendo un sold out detrás de otro, son una de las grandes bandas de la actualidad. Hice lo que pude con las fotos, ya que me despisté con los güisquitos y luego me fue casi imposible llegar a primera fila sin agredir a nadie, que no es mi estilo.

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