«(No sé que servirá mejor para) Conservar la calma…», para La Tribuna del Noroeste

Artículo publicado el 21 de marzo de 2013 en La Tribuna del Noroeste:

 


 

Estoy preocupado, hace por lo menos una semana que no veo a nadie enlazando un Harlem Shake en Internet. Bueno, preocupado… Tú ya me entiendes. Se ve que el personal ha visto cubiertas sus necesidades de hacer el borrego después de cierta fiesta universitaria o que está todo el mundo demasiado ocupado viendo como unos cuantos famosos saltan a una piscina desde un trampolín. O simplemente que, como comentaba hace un par de semanas, hay que ir haciendo hueco para la siguiente avalancha (viral o no), que el ritmo no puede parar (¿Quién se acuerda ya del Gangnam Style?). Al menos, esa es la sensación que me dio al recibir un email con el membrete de la agencia de management de artistas como Lori Meyers, Fangoria o Nancys Rubias, entre otros. Parece que su nuevo fichaje, Maluca, viene pegando fuerte. Ya sabéis, la de “Lo tengo todo, papi” que suena en el anuncio de Tuenti Móvil. Se ve que no iba yo muy desencaminado. “Llega a España para revolucionar la noche festivalera”. Vamos, que todavía nos la vemos sobre un escenario del SOS… lo que no tengo yo tan claro es que, como también indica la hoja de prensa, vaya a demostrar que es mucho más que un fenómeno del momento.

 

Prácticamente a la vez me llegaba otro anuncio impactante: ¡Vuelve Ska-p! Alguien me preguntaba, tras compartirlo en las redes sociales, si la alegría era verdadera o irónica. “Las dos cosas” contesté sin dudarlo, porque, como diría mi tocayo Cascales, la coherencia está sobrevalorada (bueno, el lo diría con otras palabras menos prudentes) y quien más y quien menos se pegó unos bailes en algún bar escuchando aquella de “Cannabis” durante el verano del 97. Pero que nadie se confunda, como dijo una vez mi amigo Fulli, la nostalgia es de pijos, así que esto, igual que lo de comprar ahora por Ebay singles y maxis en vinilo de morralla mainstream de los 80 y comienzos de los 90, debe ser otra cosa…

 

Porque yo a los que realmente echaba de menos es a Nueva Vulcano y resulta que, aunque su regreso seguro que hace mucho menos ruido que el anterior, han retomado los ensayos. Lo han dado a conocer con un escueto mensaje en su página de Facebook: «Artur ha traído un hit que no para de darnos vueltas por lo cabeza. Aún así, suponemos que hacia el 2035 editaremos nuevo disco». Mientras tanto, como dice el meme, Keep calm and listen to… “Los peces de colores”, por ejemplo, su último álbum publicado en 2009 (o mi favorito, “Juego entrópico”, de 2005), que el siguiente tarde o temprano acabará llegando.

 

 

«De tertulias musicales…», para La Tribuna del Noroeste

Artículo publicado el 14 de marzo de 2013 en La Tribuna del Noroeste:


 

Hace unos días me encontré, mientras navegaba por Internet, la siguiente frase de Walter Lippmann (1889-1974): “Donde todos piensan igual, nadie piensa mucho”. Y leyendo esta afirmación del escritor y periodista estadounidense, me vino a la cabeza algo que para mí se ha convertido prácticamente en cotidiano: las charlas, que no discusiones, sobre música. Recalco esta última matización, porque sí, a mí me gusta debatir sobre todos esos asuntos relacionados con la música como arte, y como negocio, pero siempre como un enriquecedor intercambio de opiniones, próximas o alejadas. Unas veces más en serio, otras de forma más distendida y desenfadada. Ya sea a través de las redes sociales (en privado o para todos los públicos) o mejor aún, cara a cara con una cerveza en la mano, disfruto de esos momentos de tertulia con mis interlocutores favoritos: compadres de toda la vida, compañeros de aventuras y esa gente que irrumpe en tu devenir diario de forma inesperada y te acaba marcando.

 

Los temas suelen ser recurrentes y en más de una ocasión las conversaciones acaban girando sobre un mismo punto. Y es que me choca tanto que algo que, al menos en teoría, debería tender a la fragmentación, a la heterogeneidad en los gustos, como es la música (más aún si nos centramos en el universo “indie”… bueno, eso que llaman “indie” hoy en día), en ciertos segmentos resulte, enlazando con la frase de Lippmann, tan homogéneo, tan concentrado en determinados artistas. Por ello me satisface comprobar que en la lista «Lo mejor EN 2012, según los expertos» de festivalesdepop.com, publicada la pasada semana, en la que se reúnen las votaciones de aproximadamente 90 personas del mundo de la música (uno o dos votos por cabeza) aparecen más de cien discos recomendados. Ya lo adelanté en este espacio en su día, pero lo repetiré, para quien no lo leyera o no lo recuerde: en esta lista colectiva yo escogí “III” de Toundra. Bueno, también la dupla “Harvest / Zuma” de Neil Young, que la idea era “en 2012”, no necesariamente de 2012. Fui el único, pero como se puede deducir de la proporción entre discos seleccionados y “expertos”, no es extraño. Algo que contemplo con agrado. Concretamente, sólo doce álbumes han recibido más de una mención y de estos, únicamente dos han sido elegidos por tres personas. Los destacados, “Santa Leone” de Pájaro y “Come of age” de The Vaccines.

 

Enciende la mecha #5

6 años después regresa el fanzine de punk rock y hardcore Enciende la mecha, realizado por el señor Richard Channing desde la cántabra localidad de Torrelavega. En este nº 5 «el mejor fanzine del mundo» nos trae a Gianna Michaels en portada (yo esperaba a CM Punk), un cd con 30 grupos y un total de 72 páginas en formato A5 repletas de columnas, entrevistas a cascoporro (Guillotina, Curro Jiménez, The Gundown, Appraise, Ídolos del extrarradio, Ana Curra, etc) y artículos sobre cine de luchadores, cuidado de discos o la discografía de The Damned.

 

Ha sido un placer para mí haber podido participar en «el último reducto de los fanzines de hardcore de este país» para ayudarle «a seguir pateando culos» y poder ver mi aportación, aunque haya sido pequeña, publicada en este compendio de páginas fotocopiadas al más puro estilo old school (recortes, letra minúscula, etc). Corren por mi cuenta algunas preguntas/ideas para la entrevista de Hzero, completada y adaptada a su genuino estilo por el señor Channing.

 

Podéis encontrar más información en su página de Facebook: puntos de distribución, próximos números, etc.

 

 

«Bailes de moda, memes y otros inventos», para La Tribuna del Noroeste

Artículo publicado el 7 de marzo de 2013 en La Tribuna del Noroeste:

 


“Hablemos con propiedad, un clásico es la siesta del sábado por la tarde, no un Barça-Madrid”. Y es que, desde que he dejado de ver partidos de fútbol (seguirlos por Twitter es mucho más divertido), las semanas me cunden más. Quizás no llegue al nivel del Dr. Karl Kruszelnicki, de la Universidad de Sydney, que en 2002 ganó el premio Ig Nobel de la revista «The Annals of Improbable Research» en la categoría Investigación Interdisciplinaria por su estudio exhaustivo sobre la pelusa del ombligo, pero cunde, para echar un sueñecito vespertino y para mucho más.

 

Liberado de la responsabilidad de tener que decantarme por Cristiano Ronaldo o Messi en ese gran dilema sobre quién es el mejor jugador del mundo, uno tiene tiempo de hacer cosas realmente gratificantes, como gritar “¡Viva Rusia!” viendo cocinar a David de Jorge, celebrar el (inventado) Día Mundial del Pacharán, dejarme recomendar canciones por nuevas amistades virtuales o reivindicar a Los Chichos por enésima vez. Fluyen las ideas. Eslóganes como «¡Magdalenas, joder, magdalenas!» para reclamar en camisetas y pegatinas que esta pieza de repostería recupere su nombre original o teorías poco fundamentadas para explicar todo lo que está pasando en la Casa Real, cadera incluida: es cosa del karma, por lo de Eva Sannum. Hay tiempo para el debate: dice el gran Cascales que el grupo que se debe asociar mentalmente a Detroit Pistons es MC5, pero yo defiendo que, aunque sean de Nueva York y seguidores de los Knicks, le corresponden Beastie Boys, por aquella enorme canción llamada “Tough guy”, que dedicaron a Bill Laimbeer. Incluso se puede correr el riesgo de darle al Play al encontrarte con el vídeo de Kiko Rivera y Dr. Bellido (yo le metería un poco más de Auto-Tune si lo que quieren es acabar con la hegemonía de Juan Magán en esto del electro-latino).

 

Por ello me parece casi milagroso que, sin ser consciente, hasta hace poco más de una semana me hubiera escapado de toda esta movida del “Harlem Shake”, que ahora veo que está por todas partes. Aunque soy amigo de la tontuna y he de reconocer que la versión de Miami Heat hasta me hizo gracia, realmente este invento no es que sea de mis favoritos. Lo que en su versión primigenia puede resultar simpático puede acabar siendo estomagante por culpa de las copias. Eso sí, una vez más queda demostrado que no hay nada mejor para que algo se convierta en viral que una canción “mierder”… y la de Bauuer se adapta a la perfección al perfil requerido (y el baile precisa menos coordinación de movimientos que su predecesor, el “Gangnam Style” de Psy).

 

¿Cuál será la siguiente? En mi entorno apuestan fuerte por “El tigeraso” de Maluca como recambio. La canción en realidad es de 2009 y ya fue utilizada en la banda sonora del juego FIFA 11, pero su uso en el reciente anuncio de Tuenti Móvil le ha dado una nueva oportunidad a ese chocante estribillo que dice “Lo tengo todo, papi. Lo tengo todo, papi. Tengo fly, tengo party, tengo una sabrosura”. Que les da buen rollo dicen… Hasta que a la peña le dé por salir a la calle con rulos en la cabeza y grabarlo para subirlo a Youtube, añado yo.

 

«Echo de menos…», para La Tribuna del Noroeste

Artículo publicado el 28 de febrero de 2013 en La Tribuna del Noroeste:

 


Ni siquiera iba con intención de hacerlo, hace ya bastante tiempo que no compro música en CD (salvo alguna cosa) y en este tipo de establecimientos los precios de los discos en vinilo suelen ser prohibitivos. Pero hace unos días, por aquello de la curiosidad, me puse a ojear estanterías y me topé con dos elepés que estaban a un precio razonable. No había escuchado esos álbumes en concreto, pero me dije: Bob Dylan y Giant Sand, esto no puede fallar. Me los agencié. Ciertamente, tratándose del señor Zimmerman y de Howe Gelb, Joey Burns, John Convertino y compañía el riesgo era mínimo, pero esta inesperada adquisición me hizo recordar nuevamente que, más allá de la propia música, echo de menos muchas cosas del pasado en todo lo concerniente a ella. Hoy en día todo resulta tan previsible…

 

Echo de menos esos tiempos en los que, por ejemplo, ibas a un concierto sin haber escuchado antes a los grupos que tocaban (incluso, en algunas ocasiones, no te sonaban ni los nombres), simplemente porque alguien te los había recomendado directamente, habías leído alguna buena crítica sobre ellos o te apetecía descubrir algo nuevo, sin más. Y no había mejor manera de hacerlo que ver nuevas bandas en directo. Ahora tenemos la ventaja de tener prácticamente todas las canciones al alcance de un clic y lo de acudir a ver música en vivo sin haber comprobado previamente si es de tu agrado parece algo impensable, pero al igual que añoro el escuchar música como si fuera una especie de ritual (de ahí que el vinilo se haya convertido en mi formato favorito), tengo nostalgia de aquellos años en que se asumían “riesgos”.

 

Echo de menos esa emoción de comprar un disco y no saber qué te vas a encontrar hasta ponerlo en el reproductor. Cuando abrías un catálogo y te arriesgabas a comprar algo por correo sin tener más referencias que la descripción indicada en el mismo o lo leído en alguna revista especializada. Cuando te acercabas con cierta frecuencia a una de esas pequeñas y entrañables tiendas de las que hoy en día apenas quedan (un aplauso para la gente de Discos Bora Bora en Granada, por emprender su aventura en estos tiempos tan complicados) y te dejabas recomendar por el dependiente de turno o incluso te dejabas llevar por la intuición (o por la compulsión). Quizás por ello, estando hace unos meses en Helsinki, no dudé en escaparme de una visita guiada al pasar junto a una de estas tiendas para entrar, pedir que me recomendaran discos de bandas finlandesas de hardcore punk, uno de los productos (musicales) típicos de la tierra, y salir de allí con el LP cuya portada más me gustó en la mano…

 


 

«¡Justicia para Juan!», para La Tribuna del Noroeste

Artículo publicado el 21 de febrero de 2013 en La Tribuna del Noroeste:

 

 

No hemos digerido aún el resultado de los Grammys y ya tenemos los Oscars a la vuelta de la esquina, pero supongo que, en este periodo de aglomeración de galas y premios, toca hablar de los Goya. ¡Qué remedio! Esta misma semana se ha anunciado que, por motivos económicos, mis queridos TP de Oro suspenden su ceremonia de entrega de galardones anual por primera vez en 40 años…

 

Los Goya, ese certamen que sigue sorprendiendo al personal por no premiar a Paco León. En serio, ¿alguien pensaba que la industria del cine iba a reconocer la labor del director de Carmina o revienta? Venga ya… Estaba claro que, después de haberse pasado por el forro sus anticuadas “reglas” y probar por libre con el estreno de su debut detrás de las cámaras, no iba a obtener el reconocimiento de la AACCE. Lo que no me esperaba es que Juan Magán no se llevara el premio a la mejor canción original en una edición en la que Las aventuras de Tadeo Jones se ha llevado tres “cabezas” (más que Grupo 7, por ejemplo). Ya podrían haberse estirado un poco más y darle un cuarto al compositor de Te voy a esperar, aunque hubieran tenido que crear una nueva categoría a su medida, la mejor canción con Auto-Tune “enroscado”. Tampoco hay que darle mucha importancia al asunto, la mejor película de la historia del cine español es Airbag (¡y punto!) y sólo obtuvo dos Goyas en categorías menores. Así que ya está bien de hablar de cine, que eso le corresponde a mi compañero David López…

 

Hablemos de música. Bueno, de Juan Magán. Porque, enlazando con el tema anterior, “dentro de 20 años Juan Magán será la hostia”. Ya se me ha pirado la pinza, estaréis pensando. Sí, pero eso no es de ahora… La ocurrencia (una apuesta arriesgada, más que una afirmación) me vino a la mente mientras mi compadre Romu López y yo entrevistábamos hace unas semanas a Alondra Bentley en Tímpanos y Luciérnagas, nuestro programa de radio. Contaba nuestra amiga que en una ocasión, mientras escuchaba a Scott Walker, su madre se preguntaba en voz alta cómo podía escuchar aquella música. Noel Scott Engel, que así se llama en realidad el cantante en cuestión, ha pasado a la historia como una especie de crooner maldito, como un artista de culto (sólo ha publicado cuatro discos desde 1974), pero antes de emprender su carrera en solitario fue un auténtico ídolo juvenil en Inglaterra (aunque nació en Estados Unidos) como componente de The Walker Brothers. Con sus “hermanos” (el grupo lo completaban Gary Leeds y John Maus) obtuvo un gran éxito comercial, vendió cantidades ingentes de discos y llegó a tener más fans que The Beatles durante los años 60, manteniendo esa condición de estrella en los comienzos de su nueva etapa. Evidentemente el ejemplo de Juan Magán es una exageración totalmente intencionada, manteniéndome en mi papel, pero detrás de ella hay una duda real: dentro de 20 años (o 40), sin conocer de primera mano el contexto en el que se han desarrollado sus carreras y liberados de las connotaciones que ello conlleva, ¿cómo verán las nuevas generaciones a los artistas de éxito masivo de hoy? ¿Cómo pasarán a la historia los grupos mainstream (incluidos los que nos venden bajo la etiqueta indie) de la actualidad? Personalmente tengo la sensación de que nada surgido con posterioridad a los 90 va a transcender al mismo nivel que lo han hecho aquellos que, desde el nacimiento del rock and roll en los años 50 (o incluso antes, con el blues, el jazz o el rhythm ‘n’ blues) hasta el final del siglo XX, se han convertido en parte imprescindible de la historia de la música. ¿Y vosotros?

 


 

«Hipster, gafapasta, indie, Social Media, Black Keys, Cristiano Ronaldo…», para La Tribuna del Noroeste

Artículo publicado el 14 de febrero de 2013 en La Tribuna del Noroeste:

 

 

Ya he captado vuestra atención con el titular, poco importa lo que escriba a partir de ahora. Es la conclusión a la que he llegado después de leer en las últimas semanas algunos artículos que, con las palabras mágicas como reclamo, corren como la pólvora por Internet. Da igual que sean rigurosos o que se dediquen a dar palos de ciego, tirando de sensacionalismo y demagogia, que la difusión está garantizada. Adhesiones, discrepancias, discusiones encarnizadas; polémica, que parece que es lo que importa. Y como últimamente ando escaso de anécdotas que comentar, he decidido sumarme a la moda. Es más, ni siquiera voy a comentar todo lo que el encabezamiento sugiere, es puro cebo. “¡Si ellos pueden, yo también!”.

 

La cuestión es que, en realidad, esta semana podría hablar largo y tendido de los Grammys y de las cuatro estatuillas que se llevaron Black Keys, pero no me apetece. Por mí como si les hubieran dado un TP de oro. El dúo de Ohio no me entusiasma, pero tampoco me desagrada. No son ellos el problema, diría lo mismo si los ganadores fueran Neil Young o Nick Cave. Pero no hay que olvidar que, aunque triunfen Black Keys o Mumford and sons, entre los galardonados también aparece gente como Juanes. Así que, dejadme que me mantenga receloso ante estos premios de la industria y que no les dé mucha importancia. De hecho, para mí el mejor momento de su historia fue cuando en el documental «Twenty» Stone Gossard de Pearl Jam enseña su casa y encuentra uno arrumbado en su sótano: «Oh, mira, un Grammy».

 

Prefiero contaros que hace unos días estuve almorzando en un “bar de viejos” (o como siempre lo hemos llamado en mi barrio, un bar) al que voy a veces y no había ningún hipster. “Ya me han vuelto a timar”, pensé. Yo que me había ilusionado pensando que era un hipster desde los 90, pero no me había enterado… A lo mejor es que eso de que los hipsters prefieren los bares de viejos es algo que sólo ocurre con un sitio (o unos pocos) de Madrid y quien firma el artículo (en la revista GQ concretamente) se vino arriba pensando en lo impactante de la historia. O quizás es que no me fijé bien. Porque claro, ¿qué es exactamente un hipster? ¿Es imprescindible el gusto por la ropa vintage, el abuso de cacharrería tecnológica o la intensa actividad en redes sociales? ¿Hay que cumplir con todos los requisitos o se puede ser un hipster sólo parcialmente? ¿Es lo mismo un hipster que lo que algunos, con cierta guasa, llaman moderno por escuchar determinado tipo de música y acudir a festivales? ¿Es suficiente con ser “joven y moderno”, que cantaban Net Weight? Por último, enlazando con el siguiente tema, con el que voy a cerrar mi populista intervención, ¿los hipsters sólo deben escuchar música indie?

 

El indie, otro asunto que desde hace ya un tiempo se convierte en el protagonista de las tertulias musicales (formales o improvisadas). ¿Qué es el indie actualmente? ¿Un concepto, una etiqueta, un estilo musical? Yo siempre acabo en la misma cuestión: teniendo en cuenta las compañías (y su forma de trabajar) que respaldan a los grupos que, al menos en el mercado estatal, encabezan los carteles de los festivales y acaparan tiempo y espacio en algunos medios especializados, ¿tiene sentido hoy en día, que se ha perdido la esencia que dio origen al término “indie”, seguir usándolo? Desde el punto de vista del oyente nada hay que recriminar, cada cual escucha la música que le gusta y le apetece, independientemente de la denominación. Pero desde el punto de la industria, se me ocurre una analogía con el café descafeinado o incluso con el típico “café de olla” (infusión de malta) que sirven en las barracas durante las Fiestas de Primavera de Murcia. Hay gente a la que le gusta, hay quien lo bebe porque el café no le sienta bien, porque le apetece diversificar o porque se piensa que es café… pero no lo es y nunca se debería vender como tal. “¡Nos vamos al mainstream!”.

 


 

«¡Viva Forocoches!», para La Tribuna del Noroeste

Artículo publicado el 7 de febrero de 2013 en La Tribuna del Noroeste:

 


 

Esta semana alguien se aventuró a llamarme líder de opinión. No tenía yo bastante ya con el empeño de algunos en decir que soy crítico musical… Nada más lejos de la realidad. Si atendemos a lo que mi nómina indica, soy contable (periodista si miramos un papel que tengo colgado en la pared) y, en todo caso, una persona con cierto sentido común. No obstante, arriesgándome a que penséis que lo he perdido, aprovecharé este espacio en el que me permiten publicar mis divagaciones para lanzar una reivindicación muy seria justo en esta semana en la que RTVE acaba de arrancar su carrera hacia Eurovisión.

 

Eurovisión, ese concurso cada vez más caduco, que nunca recuperará el sentido que tuvo en aquella época en la que grandes como Raphael, Julio Iglesias o Peret representaban a España y que, gracias a Forocoches, fue convertido durante algunos años en uno de los espectáculos más bizarros y divertidos de la televisión estatal. Sí, hablo de la participación de Rodolfo Chikilicuatre (enorme David Fernández) en Belgrado en 2008, mejorando la clasificación de nuestro país respecto a las tres ediciones previas, y de la involuntaria imitación de José Luis Moreno por parte de Anne Igartiburu con la imprescindible colaboración de John Cobra en el papel de Rockefeller. El “troleo” internauta llevado a su máximo nivel, traspasando los límites de la red de redes para mandar un claro mensaje a los responsables del Ente Público. Aunque estos nunca hayan querido darse por enterados ni tampoco hayan optado por renunciar a participar en el certamen, que seguramente fuera la decisión más acertada en los tiempos que corren.

 

En su lugar, tras varios años de probaturas, se decantan por seleccionar a nuestro representante de forma unilateral. Las verdaderas votaciones populares y las impredecibles galas televisadas han sido sustituidas por votaciones totalmente orientadas y una única gala descafeinada. El grupo elegido en esta edición es El Sueño de Morfeo y lo único que los espectadores podrán hacer es escoger primero entre dos canciones de la banda asturiana y en segunda instancia, con la participación de un jurado profesional, decidir entre el tema ganador de la primera votación y otras dos seleccionadas por RTVE en búsqueda de la canción con la que finalmente Raquel del Rosario y sus compañeros viajarán a Malmö (Suecia). Un sistema que a mí, y creo que no soy el único que piensa así, me parece muy sintomático de la situación que vivimos en la actualidad en España… pero ese es otro tema, que yo he venido aquí, como indica el título, a ensalzar a las gentes de Forocoches.

 

Así que no me entretengo más. A quien corresponda: reclamo con energía un homenaje a ese “subconsciente colectivo electrónico” (Quentin Ozores dixit) generador de grandes ideas disparatadas, capaz de convertir en divertido lo infumable. Y aunque no tienen nada que ver con Eurovisión (de momento), no se me ocurre mejor fórmula que la inmediata instauración del Día Internacional de la Separación de Andy y Lucas. Y vosotros pensaréis que se me ha ido la cabeza, porque no se han separado nunca. ¿Cómo que no? Al menos una vez al año el dúo gaditano rompe su unión artística (efectivamente, por cortesía de Forocoches). Es algo recurrente, un bulo que se difunde con gran éxito gracias a las redes sociales, generando desesperación en unos y un enorme alivio para otros… hasta que descubren que todo es un invento y que, con Roto2 por bandera, se la han vuelto a colar. Y es que la masa forera, aunque sea por un día, puede con todo, tiene el poder de separar a Andy y Lucas o, peor aún, de mandarlos a Eurovisión si le apeteciera. Bueno, con todo no, es imposible (incluso para Forocoches) saber quién es Andy y quién es Lucas. Eso está científicamente demostrado, no lo puede negar ni Mariló Montero.

 

 

«¿Te ha pasado alguna vez?», para La Tribuna del Noroeste

Artículo publicado el 31 de enero de 2013 en La Tribuna del Noroeste:

 

 

 

 

Despertarte un sábado por la mañana y que lo primero que escuches sea alguien cantando canciones de Camela a grito pelado. Tener a medio metro a Greg Graffin o a Ian MacKaye y no pedirles un autógrafo porque el simple hecho de poder verlos actuar en directo te ha dejado satisfecho. Ir a un concierto de El Fary y tener que engañar a alguno de tus amigos para que se quede hasta el final. Ver una película que es morralla pura únicamente porque la banda sonora es tremenda. Escuchar canciones de Airbag y sentirte identificado retroactivamente. Que lo primero que suene en tu cabeza recién levantado sea una canción de Extremoduro de la que, aunque no lo recordabas, te sabes gran parte de la letra. No cansarte de llevar un disco de Los Chorbos en el coche. Decir (o al menos pensar) “el rey del poblado” cuando alguien menciona a Frank Sinatra y “¿No va a ser David Bowie?” si escuchas su nombre por culpa de Chiquito de la Calzada y Joaquín Reyes respectivamente. Que te sigan gustando The Who a pesar de CSI. Descubrir un tema original muchísimos años después que su versión… y maldecir a quien se atrevió a destrozar semejante cancionzaca. Seguir apreciando a alguien a pesar de declararse fan incondicional de Melendi. Pensar que tienen razón mientras escuchas “El primero era mejor” de Manos de Topo. Que después de ver un documental sobre “La leyenda del tiempo” de Camarón sólo te apetezca escuchar a Lole y Manuel, Alameda o Smash durante una semana. Escupir sapos y culebras al enterarte de la fecha de un concierto porque sabes que no vas a poder ir. Levantarte temprano un fin de semana y que te dé por poner un disco de The Jackson 5. Querer ver una película simplemente porque un grupo que te gusta tomó su nombre de ella. Confundir a Russian Red con Anni B Sweet.

 

A mí sí.

 

Que te decepcione una nueva canción de The Strokes porque por alguna extraña razón sigues esperando que vuelvan a grabar algo parecido a lo que hicieron en su primer disco.

 

¡A MÍ NO!

 

P.d. Aunque hay que reconocer que esta vez han ido más lejos que nunca…

 


 

«Venga, dilo otra vez…», para LaTribuna del Noroeste

Artículo publicado el 24 de enero de 2013 en La Tribuna del Noroeste:

 

 

Comentaba la semana pasada el caso de esos grupos que conozco desde hace muchos años y a pesar de que me llaman la atención, nunca he tenido tiempo de pararme a escucharlos con detenimiento. Al hilo de este asunto, enlazando también con algún texto anterior, me vino a la cabeza otro tema recurrente en esas “tertulias” sobre música que, aprovechando cualquier excusa, suelo improvisar con mis amistades. Son esas bandas que determinados medios de comunicación quieren colar en nuestras vidas aunque sea con calzador… y no, no estoy hablando de música mainstream.

 

¿Por qué no hago caso a estos grupos? Porque, si nos centramos en propuestas musicales, se me ocurren demasiadas cosas mejores en las que ocupar mi tiempo libre. Saldar mis dichosas “deudas”. Escuchar “La pared” de Bambino una y otra vez. Comprobar que “La Macarena” de Los del Río se parece sospechosamente a una canción que publicaron Desmadre 75 hace casi 40 años. Descubrir nuevos discos de Neil Young, que ha publicado unos 50 desde mediados de los 60 y aún me faltan muchos. Pinchar un recopilatorio con los grandes éxitos de Antonio Machín en vinilo. Prestarle atención a bandas como Derrick o Arsenal (por mencionar dos que se me escapó citar hace un par de semanas). Investigar si por fin Drenthe ha dejado el fútbol y se ha pasado al hip hop. Fliparlo con la banda sonora de Django Unchained de Quentin Tarantino. Preguntarme por qué no conocía hasta hace unos meses a Sixto Rodríguez. Gritar que a veces sólo me apetece escuchar a Mike Patton… ¡y que os calléis!

 

En realidad, de forma ajena a mi voluntad (salvo contadas excepciones), los he escuchado, bastantes veces incluso… y por más que me insistan, no me interesan. Me da igual que ganen premios (si eso supone algún mérito hoy en día), que estén en boca de todo el mundo o que en sus conciertos el aforo esté siempre completo, prefiero seguir fiel a mi rollo y a mis sensaciones que dejarme llevar por la marea. Así que os lo pido de corazón, como diría Ortega Cano: ¡dejadme en paz, dejadme vivir! Porque, en definitiva, ¿qué mas da que escuchemos a unos o a otros? Si al final el único que vende discos en España es Pablo Alborán…